jueves, 7 de mayo de 2020

De la bienvenida


Era saber que en cada firmamento
la misma estrella siempre brillaría.
Que por lejos que fueras, volvería
la misma estrella de tu advenimiento.
Era querer hacer el tiempo lento
mientras mi voz sin voz te despedía.
Que, aunque a tu paso el corazón latía,
verte alejar dejaba sin aliento.
Era olvidar. La lluvia que caía
no dejaba olvidar. El pensamiento,
encontrando tus ojos, se perdía.
Era la luz de aquel descubrimiento
de una promesa de renacimiento
que conocí al saber que te quería.