lunes, 27 de abril de 2020

Soneto XIII


La plaza en un rincón tenía un almendro
de flores blancas que, de tanto en tanto,
dejaba en el umbral junto a tu puerta,
cuando la primavera se acercaba.
Eran frescas las tardes de septiembre,
silenciosa tu calle florecida,
tibia la piedra de tu casa, un árbol
escondía la luz en tu ventana.
Un cerco de jazmines, la magnolia,
el banco de madera del jardín,
la mano suave, la mirada quieta.
Había una paloma en el ramaje
que yo esperaba verla libre, en vuelo,
mientras te oía pronunciar mi nombre.