sábado, 25 de abril de 2020

Soneto XI


Yo sé que el peso de unos pasos pasa
hasta volverse ingrávidos, ligeros,
consumidos los pasos pasajeros
como cenizas de una vieja brasa.
Lo sé porque lo he visto en invisibles
huellas apenas tibias que evanescen,
signos apenas que desaparecen,
existencias que lucen imposibles.
Un día, en las alturas de una peña;
y al tiempo, en misteriosa escaramuza,
de lo que fuera peña, ni una seña.
Un día, el mundo que se vuelve triste;
y al tiempo, el tiempo gris que se entrecruza,
y lo que fuera triste, ya no existe.