jueves, 23 de mayo de 2019

Los nuevos mártires




Son casuales. Porque hay más de tres de estos sucesos cada día.

Pero son una muestra. Dicen algo. Y hay que dejarlos decir lo que quieren decir.

Un día la noticia es que, en Mar del Plata, una niña de 5 años obtuvo su cambio de sexo en el registro de las personas. Y fue ella, digo, porque fue a ella y no a sus padres a quien asistió la abogada al efecto.

Otro día, en Cipoletti, un médico es condenado por no matar a un niño de 5 meses en el vientre de su madre. La pena es de prisión en suspenso, pero la condena es de por vida, porque al médico se lo inhabilita para ejercer la medicina.

Un día más y, en Córdoba, una mujer presta su vientre para que allí se geste un niño que nacerá de un espermatozoide de su hermano carnal y de una donante anónima, y eso para que su hermano pueda tener finalmente un hijo, lo que no pudo ocurrir con su esposa.

Como dije: son al acaso. No deliberadamente buscadas. Saltan a los ojos, los ojos no tienen que andar escudriñando en arrabales de las noticias.

La noticia que habla del Dr. Rodríguez Lastra tiene el dato que importa más, a juicio de un servidor.

Para quien no se haya enterado, hacer el bien tiene en la Argentina pena de prisión.

Quiero decir: tome nota todo católico de buena fe. La práctica de sus creencias -y no me importa saber si el doctor las tiene, porque podría haber sido cualquiera que las tuviese-, el testimonio de su fe y de lo que la razón nos dice que la naturaleza prescribe y no debe ser avasallado, puede llevarlo a la cárcel.

En algunos países -también en el nuestro-, hay quienes miden o pretenden medir el compromiso por el diezmo que los fieles aportan a su iglesia, o por la ropa y la comida que las instituciones reparten entre los necesitados.

Necesarias y convenientes pueden ser ambas cosas.

Pero va quedando claro que cada vez con mayor exigencia el compromiso material no alcanza. Y en muchos casos ni siquiera sirve, por engañoso.

Porque se exige algo más que monedas o actos de caridad (entendidos como solidaridad, mayormente...). Porque el mundo exige la rendición total. Y eso significa para un cristiano estar dispuesto a dar la vda. Y la vida se da de varias maneras, la mayor de las cuales es la expresión cruenta del martirio.

Pero hay martirios de distinto grado. Así como hay pecados de distinto tenor. De pensamiento, de palabra, de obra, de omisión.

Lo que hay que pensar, lo que hay que decir, lo que hay que hacer, lo que no hay que hacer.

Y a un cristiano le es necesario hoy tener muy claro lo que hoy significa -y lo que puede acarrearle- pensar lo que hay que pensar, decir lo que hay que decir, hacer lo que hay que hacer, no hacer lo que no hay que hacer.

Hoy, un cristiano ya sabe -o debería enterarse más temprano que tarde- que su testimonio puede serle requerido a la vuelta de la esquina, en cualquier parte, frente a otros. O aun frente a sí mismo.