miércoles, 3 de octubre de 2018

Pucherito recargado


En septiembre, hablando de El Galpón, traje unas páginas sobre las letras de tango que había dicho allí. Ahora encontré una versión ampliada que no recordaba. Pasó que, unos años después, en 2004, volví sobre el asunto en la Fundación BankBoston.

Con esto dicho, reemplazo el original anterior.

Pero antes, y para paliar la molestia, dejo lo que me parece una interesante contraposición tanguera.

En 1951 apareció Pa' sepan cómo soy, con letra de Norberto Aroldi y música de Emilio González

Pa' que sepan cómo soy

Abran cancha... y no se atoren que hay pa' todos y tupido,
tome nota la gilada que hoy da cátedra un varón,
y aunque nunca doy consejos, porque no soy engrupido,
quiero batir mi prontuario... pa' que sepan cómo soy.

No me gusta ser ortiva, ni nací pa' lengua larga,
y aunque me apure la yuta sé callar en la ocasión,
no le doy bola a los grasas que me miran y se amargan,
conservando la distancia sé engrupir con distinción.

En la timba soy ligero, yo nací pa'l escolaso,
no se afane la muñeca cuando sobra calidad,
yo conozco muchos vivos que cayeron en el lazo,
el que liga y se embalurda se deschava sin pensar.

Pa' las pilchas soy de clase
siempre cuido mi figura,
para conquistar ternuras
hay que fingir posición.
Yo conozco bien el fato
para mí el chamuyo es juego
lo bato sencilio y reo
pa' que sepan cómo soy.

Sé muy bien que entre los buscas hay algunos que me chivan,
y me quieren dar la cana por envidia o por rencor,
pero para mí no hay contra, los dejo tragar saliva,
son borrados que no corren, son bagayos de ocasión.

Con guita, cualquiera es vivo, son anzuelos los canarios.
La cuestión es ser un seco y que te llamen señor;
yo la voy de bacanazo, mas si junan mi prontuario
sabrán que soy sin más vueltas... ¡un porteño flor y flor!

Ahora bien, La conciencia es un tango de 1957. La letra es de Manuel Barros, la música de Emilio Balcarce.

La conciencia

El hombre siempre habla del daño que le han hecho;
lo cuenta, lo recuerda con desesperación:
él tuvo un mal cariño, que desangró su pecho,
él tuvo un mal amigo, que lo vendió a traición.

El hombre siempre olvida el mal que ha realizado,
las penas que ha causado, el bien que recibió;
él grita la injusticia como desesperado,
pero decirle al mundo su propia culpa, ¡no!

¡Conciencia!...
La conciencia es la que dicta
la que manda, la que grita,
la que dice la verdad.
¡Conciencia!...
Lo demás sólo es palabra,
cuando la conciencia habla,
es mentira lo demás.
La palabra es un disfraz,
para que las almas puras
muestren siempre sus ternuras,
pero su infamia jamás.

Frente a ella, me declaro un pecador eterno,
porque pedí más veces amor de lo que di,
porque sentí cansancio de estar junto al enfermo,
que cuando yo lo estuve no se cansó de mí.

Porque frente al peligro, pensé salvar mi vida,
la hora de esta vida que Dios me regaló,
y, frente a los heridos, me contemplé mi herida,
como si lo importante del mundo fuera yo.

¿En qué quedamos? O será que el tango cubre todas las posibilidades...


Pucherito de gallina, versión definitiva.