sábado, 13 de octubre de 2018

En Lepanto


Humea todavía la luz del incensario
y en un rincón callado don Juan, en su cabeza,
imagina dragones mientras callado reza
lentamente sus preces, sereno, solitario.
No conoce del monstruo la horrible fortaleza,
se figura torrentes de fuego extraordinario
y mide su coraje en duelo imaginario
y el corazón se inflama de coraje y belleza.
Don Juan mira la mar con garra de templario
y el pomo de su espada aprieta con firmeza.
(Don Juan tiene en los ojos las hojas de un Bestiario
y el brillo que le brota de su sangre y nobleza.)
Don Juan en la cubierta sostiene su rosario.
Don Juan ya va camino de su gloria y grandeza.