lunes, 3 de julio de 2017

Miel de lapachos


I

En su panal, abeja silenciosa,
el corazón destila una miel nueva.
No hay invierno de sombras que conmueva
su primavera en ciernes sigilosa.
Celdas de luz donde la luz subleva
dulzuras del amor, la deliciosa
claridad del amor, la misteriosa
felicidad de miel que el alma lleva.
(Porque en su risa tibia y transparente
me ha destilado el vino del esposo,
mosto de luz que nace en su vertiente.)
En su panal de flores de lapacho,
dorado el corazón va silencioso,
sobrio de sol y de su ardor borracho.


II

Aturdido de cielo y de panales
que trapichan dulzores milagrosos,
huelo la luz dorada en temblorosos
rayos de miel de flores matinales.
Todo es un vilo de aires amorosos,
libo en mis ojos néctares raudales
y en rumores de sol confidenciales
rezumo sus arrullos cadenciosos.
Como un enjambre, el día silba un viento
de aromas musicales renacidos,
ciego de menta y de jazmín hambriento.
Y entre unos cerros, hasta ayer dormidos,
estallo en el fulgor en movimiento
de lapachos que braman de floridos.