jueves, 11 de agosto de 2016

Soneto


Son tus ojos, que miran la mañana
subiendo con la luz por los verdores
silenciosos, que incendian ruiseñores:
silbos de sol en la quietud temprana.
Soy a tu vera verde. Mi ventana
suspira de rocío en estertores
sobrios de estrellas y ebrios de dulzores,
sin rastros de la noche soberana.
Siento en los huesos ráfagas de amores,
siento en las manos tibias los colores,
siento la sangre que tu voz desgrana
sólo en el aire azul y sin dolores,
sólo para que en canto me enamores
siempre, en secreto, súbita y cercana.