Era una calma celeste
y el día se anocheció.
Vino una nube y tronó,
gris peligroso su veste,
y, aunque decirlo me cueste,
en su trueno sentenció:
"Pa' que usted mejor se apreste,
y antes de que el cielo aseste
la tormenta que ordenó,
me pide que manifieste
esta advertencia que dio,
pa'que sepa qué cayó
cuando el cielo lo tempeste..."
Y vino del noroeste.
Y la tormenta llegó.
Verdad que fue como peste
mientras pasó aquella hueste.
Y al fin la calma volvió.