lunes, 22 de septiembre de 2014

Se equivocó la paloma (II): animales bíblicos


Lo primero es lo primero. Dice Castellani que ésta es una parábola zoológica y en cierto sentido lo es, porque acumula bichos, sin duda.

Jesús, efectivamente, nombra en esa pequeña parábola o comparanza cuatro animales. De modo que hay que ir primero a los animales.

Allí hay ovejas, lobos, serpientes y palomas.

El texto griego de san Mateo dice:
Ἰδοὺ ἐγὼ ἀποστέλλω ὑμᾶς ὡς πρόβατα ἐν μέσῳ λύκων· γίνεσθε οὖν φρόνιμοι ὡς οἱ ὄφεις καὶ ἀκέραιοι ὡς αἱ περιστεραί. 
προσέχετε δὲ ἀπὸ τῶν ἀνθρώπων·
Y la Vulgata:
ecce ego mitto vos sicut oves in medio luporum estote ergo prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae,
cavete autem ab hominibus...

Los nombres de los cuatro animales que se mencionan allí son más bien généricos: πρόβατον (oveja), λύκος (lobo), ὄφις (serpiente) y περιστερά (paloma), de modo que parecería que por ese lado no se llega muy lejos.

Aunque...

Por lo pronto, para un pueblo de pastores y que nació de un pastor, como Abraham (era algo más que pastor, pero pastor era), las ovejas y los lobos no son extraños. Tampoco las serpientes y las palomas, unas porque abundan en el desierto y en tierras áridas; las otras porque está en todas partes. Es claro que el que oía entendía fácilmente: ni lobos ni serpientes son simpáticos, oveja y palomas sí lo son.

En las Escrituras hay diversidad de nombres distintos para algunos de estos animales, no entraremos en demasiado detalle sobre eso ahora, aunque las distinciones son de lo más interesantes e instructivas, no por zoología precisamente.

Como fuere, creo que hay que decir al respecto al menos tres cosas.

1. De las aves que se mencionan en las Escrituras, la más nombrada es, precisamente, la paloma, más de 50 veces dicen. Incluso en sus dos versiones, tanto la tórtola como la paloma a secas, aunque los judíos las asociaban, igual que nosotros. Serpientes hay en las Escrituras de unas 10 clases y otras tantas voces las designan, incluyendo algunas que parecen mitológicas, como las aladas o los basiliscos o dragones.

2. De los cuatro animales mencionados en la parábola, solamente el lobo no tiene ninguna relación con el nombre y la persona de Jesús.

a. La oveja, y en particular el Cordero, le es propio. No hay que olvidar que entre los judíos el cordero es el animal sacrificial por excelencia, cuyo holocausto es el sacrificio mayor.

b. La paloma está con Él desde el principio: sus padres ofrecieron por Él en el Templo dos pichones de  paloma. Así lo mandaba el Levítico (5, 7) para aquellos que siendo pobres no podían ofrecer un cordero por el primogénito. De las dos palomas, una se daba por el perdón de los pecados y otra para el holocausto. Y así lo hicieron. Por cierto que es el Espíritu Santo en forma de una paloma lo que aparece sobre Él en su bautismo. Una tradición medieval antiquísima, ponía a la paloma como casa de la Eucaristía.

c. No hay duda de que la serpiente (en cualquiera de sus versiones) está asociada directamente al Demonio y al Enemigo, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Pero, y por extraño que nos pudiere parecer (se le ha escapado a Castellani), hay al menos un pasaje claro en el que se asocia a Jesús con una serpiente. ¿Quién lo dice? Él mismo, según el evangelio de san Juan (3, 13-15):
Nadie ha subido al cielo,
sino el que descendió del cielo,
el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés
levantó en alto la serpiente en el desierto,
también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él
tengan Vida eterna.
Se está refiriendo al pasaje narrado en el capítulo 21 del libro de los Números, sobre la serpiente de bronce de Moisés:
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edom.
Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!"
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
La palabra que usa el texto hebreo para serpiente en este caso es sârâf que tiene, para nosotros, curiosas asociaciones con los Serafines.
(Del hebreo, serâfîm, "seres ardientes [elevados"; plural de sârâf [del verbo sâraf , "arder"], "serpiente", "serafín", "resplandeciente"). Seres celestiales que el profeta Isaías vio en visión delante del trono de Dios (Is. 6, 2-6). Cada uno tenía 6 alas: con un par se cubrían al rostro, con otro los pies, y usaban el tercer par para volar. Oyó que los serafines cantaban: "Santo, santo, santo, Yahavé de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria" (v. 3). Cuando confesó su pecado, uno de los serafines tomó un carbón ardiente del altar y con él tocó los labios del profeta para indicar de ese modo la purificación de su iniquidad (vs. 5-7). La Biblia no ofrece más información acerca de la identidad de estos seres. El adjetivo sârâf aparece como "ardientes" en Números 21, 6 ss., donde se describen las serpientes que invadieron el campamento de los israelitas en el desierto. En el v. 8 la "serpiente" que hizo Moisés se llama sârâf, la misma palabra que en Isaías. 14, 29 y 30, 6 se traduce por "serpiente voladora" o "que vuela". Puesto que la raíz verbal hebrea srf se refiere a algo que arde (Ex. 32, 20; Lv. 13, 55; 1 R. 13, 2), parecería que cuando la palabra se aplica a una serpiente no se refiere a su forma sino a su ardiente mordedura o a la inflamación que produce, o quizás a su brillantez. Por eso, cuando se la usa para calificar a los seres celestiales que se encuentran delante del trono de Dios, tal vez denote el resplandor que irradian. En Isaías. 6 la palabra "serafín" puede estar asociada al hecho de que fue un sârâf el instrumento para administrar la purificación simbólica por medio del fuego (vs. 6, 7). Las palabras y las actividades de los serafines del capítulo 6 ponen en evidencia que se trata de seres inteligentes que honran a Dios y le sirven.
En este punto, como complemento, conviene mirar con atención la suerte que corrió esa famosa serpiente de bronce de Moisés entre los judíos, es decir, simbólicamente, entre los hombres. Y conviene ver, por ejemplo, qué hizo con ella el rey Ezequías (y de paso, qué hizo su hijo Manasés...), todo lo cual está dicho en los capítulos 18 y 21 del segundo libro de los Reyes.

 3. Me parece que habrá quienes se pongan incómodos con la cuestión de las ovejas y las palomas. Podrá parecer pusilánime esa versión del cristianismo. Y habrá quienes preferirían que en vez de tanta oveja hubiera halcones y palomas. Y estar del lado de los halcones. Pero el caso es que halcones no hay allí en la parábola. Y la serpiente que hay tampoco sería de mucho consuelo para un falconófilo.



Pero, alto aquí.

Ya veremos que se ve cuando vea mejor, porque esta pesquisa cansa los ojos, no crea.

Y aunque es tan sabrosa como interesante, creo que se necesita más aliento del que un servidor tiene. Además, hay que ver y pensar.



Me voy a dar una vuelta por allí y volveré al asunto más tarde.