jueves, 25 de septiembre de 2014

Pobre gaita (II) (con canción)




Y así son las cosas, creo, si no me equivoqué mucho.

No puedo decirme que esa historia que conté me sea feliz, porque sé que no lo es.

Tan tramada de pequeñas hebras dolorosas que parece que no se notaran, pero que así con cuentagotas nos hacen los días, sin que nos demos cuenta. Hasta que un día nos damos cuenta, si tenemos suerte. Y lo que era nada, se vuelve signo y los signos se nos van poblando de sentido, como si se encendieran las cosas y nos hablaran en un idioma que ahora podemos entender.

Porque claro que vivimos en un mundo lleno de signos. Y eso es todo un consuelo después de todo.


Al fin, si tuviera que decirlo de otro modo, no tengo otro modo de decirlo que con estos pocos versos.


Pobre gaita

Tenías en la voz esa distancia
de ningún lado, de ninguna parte,
sin tiempo, sin sabor, tampoco el arte
de decir con donaire y con fragancia.
Sin sangre, sin dolor, sin la prestancia
de la gente de a pie, la del descarte,
la que lleva con garbo el estandarte
de ser cualquiera y ser con elegancia.
Una pena de mares nos separa:
yo no sé dónde éstas, ni sé si vives
o eres la voz de nada, apenas clara.
Pena de que no encantes ni cautives
tengo en el alma y esa cosa rara
de tus galaicos sones leitmotives.