sábado, 13 de septiembre de 2014

Novia del limonero


Y voy por el jardín. Miro la Eugenia
y veo que, gentil, al Limonero
le ha cedido en el aire el aire entero,
aunque tierna lo abraza. Sin la venia
de los azahares, con los que congenia,
la luz perfuma igual que su ladero:
el mismo blanco que el limón austero,
pero tan femenina, que se ingenia
para dorar la tarde dulcemente,
mientras, ya en flor, de su verdor sonriente
sangra otra luz cuando el limón no mira.
Y así, celosa y fiel, como una amada,
junto al limón me luce enamorada
y hasta parece que por él respira.