sábado, 1 de febrero de 2014

Todavía




Llevo en el anca tibia de esta noche
un silencio cansado y mal dormido.
Y es un moro estrellero el cielo arriba,
ciego sin luz; como el olvido oscuro.
Un campo quieto, mudo y titilante,
va como un perro fiel, siempre a mi lado,
y respira su hierba mansa y dulce
que lastima con vahos de nostalgia.
El camino se alarga, el paso es corto;
el tiempo ya no cuenta, ya no hay tiempo.
Apenas hay un donde; no sé el cuando.
Todavía no llego y todavía
no llega la mañana y todavía
todo es camino. Y todo es todavía.