viernes, 4 de enero de 2013

Jackson y los enanos

-Sí, entiendo lo que dice, aunque...

-Usted entenderá, pero yo no. Y creo que ni yo ni nadie... ¿Qué? No me diga que no le gustó...

-Y...

-Pero, viejo..., si es un peliculón... ¡A usted nada le viene bien!

-Nada, no.

-¡Cómo que nada no! ¿Y entonces? Porque ya ve que ésta tampoco le gustó. Y no me diga que las otras 3 de El Señor de los Anillos le gustaron, porque yo sé que no del todo..., entonces qué me dice...

-No digo nada. Digo nada más -y se lo repito- que Jackson (cualquier Jackson, hasta ahora y no éste sólo, pobre, que se ve que hace un esfuerzo enorme...) no sabe y no puede con lo grande bello, ni lo bueno grande. Puede con otras cosas, a condición de que no sean grandes y buenas y bellas, las tres cosas juntas. Puede con lo deforme grande, puede con lo grande feo, puede con lo malo grande. Incluso puede con lo monumental a secas, con lo poderoso, digamos. Y hasta en parte puede un poco con lo mediano bueno y lindo (y eso le habría gustado un poco a Tolkien, no lo niego..., pero aunque Tolkien fuera un hobbit, sabía perfectamente qué era un elfo y por lo mismo que miraba con los ojos de los hobbits sabía cómo veía un hobbit a un elfo...) Si acaso, Jackson llega hasta el mundo según Rohan. Pero Jackson con lo grande y bello y bueno todo junto, no puede. Y si no puede, no puede. Será que tal vez solamente pueda con lo que el cine puede, que no es mucho decir, ni poco decir. Eso no sé. Pero eso es lo que dije y eso es lo que digo, nada más.

-¿Sabe qué, al final? Usted es un jodido. Mañana voy a ir a verla otra vez...

-Qué se le va a hacer...