Y así arranca: fallando su destino de niebla de otoño y humo de madera.
No le hace.
Cosas hay en este mundo, mientras.
Ahí lo tenemos a Aragón mirando con recelo a los refundadores de la patria en La tradición y su sombra y mirando con simpatía otras raíces que están más hondas y son más fuertes en Los buenos cimientos.
Una vez más San Martín, en una semblanza de su ocaso de destierros hasta que Llegó la noche a las tres de la tarde.
Y me voy con Hasta que el silencio se hizo total. Porque poesía no puede faltar, claro. Y uno de sus preferidos, tampoco: Enrique Banchs.