jueves, 22 de marzo de 2012

Grandezas y miserias

Son muchas cosas a la vez y no es cuestión de arrebatarse.

Vuelvo un poco, entonces, al insigne Aragón. Es preciso.

Y así me encuentro con dos asuntos lugonianos: su arte y su muerte. Lo primero en Cómo se hace un poema; lo segundo, en Un suicidio muy particular.

No es todo.

En Un párrafo fatídico, Martín de Álzaga, casi profeta, aparece en el breve trazo de un fresco que creo magistral sobre nuestras grandezas y miserias. Y algunas de ellas se cifran en la anécdota de un tal Jerónimo Costa, ignoto para casi todos en su coraje ante los franceses en Martín García, allá por 1838, como se ve en Claro como el agua.

Y sí: hay que volver de tanto en tanto a mirar la patria de la mano del tucumano.

Yo, al menos.


No vaya a pasar que uno se olvide de lo que es, por mirar sólo lo que pasa.