jueves, 1 de septiembre de 2011

Patrias de nadie, campos de cenizas


No tiene fin esta furia ojerosa,
pabilo débil,
resplandor del asco y de las iras
que incendian calles
ahogadas del tedio de un dolor vacío,
como estos días.

Muertos que van, exánimes anónimos…

Patrias de nadie, campos de cenizas.

Por los caminos, silencian sus tormentos
los hambrientos ahítos de pan y de palabras;
unos que arrastran cadenas de centavos
y ríen y babean,
ajenos de sí mismos.

(Miran al pordiosero que profetiza gozos.
Le dejan en las manos escamosas
limosnas ciegas, dádivas de desprecio.)

Y van y gorjean como urracas.
Como cuervos, trinan y pían.

Buitres de la alegría.

Ululan como hienas carroñeando
un blanco pan sabroso, humeante.


Una noche sin tiempo llena el aire.


Hoy, sólo los niños,
creen dormir sin temores hasta el día.