martes, 9 de agosto de 2011

Vino, uva, vid (II)

Si se busca por el lado de las palabras, se llega hasta donde se puede y no mucho más allá. El origen se lo disputan arios y semitas, con pareja argumentación.



Pero es verdad que vid, viña, vino, parecen llevar a un punto común, aunque nunca seguro y siempre discutido. Especialmente, para el caso de vino.



Las raíces de vid (a las que se asocian viña y vino) llevan a una voz que podría significar algo así como retorcimiento envolvente, lo cual no es raro si se ha visto una vid alguna vez. Parece así una simple descripción del aspecto de la planta.



Con uva parece haber mayor acuerdo; sin embargo, tampoco allí hay unanimidad. Asociada en general a una raíz que significa húmedo o jugoso, también hay acreditados que llegan por ella a otra que significa crecimiento.



Con un solo trazo, casi puramente simbólico, bien puedo darme por conforme en mi caso si llego a la conclusión de que, en efecto, esta planta está envolviendo mi vida desde antes aun y, secretamente, ha acompañado mi crecimiento desde raíces que se me pierden a mi vista.



No encontré, es verdad, ninguna relación concluyente entre vid y vida.



No en las palabras, quiero decir, y tal vez son deficientes en este punto todos los diccionarios.



Porque, puestos a ver y después de todo, el mismo que dijo “Yo soy la vid” dijo “Yo soy la vida”.