miércoles, 18 de mayo de 2011

(Mientras... V)

No sé si me equivoco mucho, pero creo que no falta tanto para que pueda ir otra vez a por las Linhas tortas que empecé hace un tiempo -y que no he olvidado-, y que se han ido entreverando de modo que me obligan a mirar todo el asunto cada vez con más tiento (y mucho cuidado), porque en modo alguno se trata simplemente de una cuestión sólo artística o de estética.

(Pero, en algún momento tendré que tomar el toro por las astas, den lo que dieren las linhas tortas y magras por las que tengo de andar. Si, total, ya sabía de antemano que iba a meterme en un lío...)

Tal vez, eso sí, y en algunos días más, un poco de la tierra sin monasterios haga con su aridez fructuosa lo que tanto ruido y vida estéril parece que impiden aquí. Un poco de frío sureño, del que hay tan al sur de este sur, en aquella cada vez más tierra sin monasterios; un frío que me auguro mejor que la tibieza de este otoño vacilante, al norte de aquel sur.

Eso necesito, creo; eso espero ahora.

Mientras...

Buscaba asuntos que recordaba haber puesto en esta bitácora no sé ni recuerdo cuándo y dónde y que me venía bien tener a mano.

¿No va y me doy con un olvido?

Quise oír allí otra vez esa sevillana bíblica que hace Paco Toronjo en la película de Saura, que sigue sin existir todavía para mí. Y vi que el enlace que puse entonces, ahora no daba ni música ni ná.

Por eso volví a buscarla por otros rumbos y la encontré, mejor que la anterior, diría.

Me sigue gustando esta sevillana y la interpretación de don Paco Toronjo. Sigue pareciéndome muy concentrado y potente su cante sencillo, sobre todo por ese aire de sentencia universal que tiene la letra y que alcanza a tanta suerte de asuntos graves (incluso -fíjese lo que le digo- a la materia misma de las Linhas tortas), y todo como sin querer.

¿Sin querer? ¿De veras podrá hacerse eso, así: sin querer?

No.

Pienso que no puede hacerse sin querer, y por eso se me ocurre respecto de esto lo que, en un aforismo que dedicó a San Isidoro de Sevilla, decía Braulio Anzoátegui:
Lo dijo Chesterton, refiriéndose a los labriegos castellanos: "¡Qué cultos son estos analfabetos!"




--------------------------

Puede verse si se tiene tiempo y ganas, porque tiene su real provecho, una versión con imágenes, minimalista y muy sugerente, con una suntuosidad visual difícil de conseguir con tan pocos elementos, que entiendo es de la película misma y de la que extraje la canción que ahora dejo.