martes, 19 de octubre de 2010

Lugones



Señor, es la mañana junto al río. Febrero…
Mis manos se nublaron, mi corazón se inclina.
Son sangre en flor los ceibos; por el aire trasmina
como un dulzor el barro. Un zorzal lastimero
un ronco De profundis entre los sauces trina
y parece una Salve el canto del hornero.
Señor, estoy cansado y me siento extranjero
y me aprieta esta pena y duele la Argentina...
Llevo el amor ajado y el corazón herido
de una tristeza antigua que me sigue y me llaga
la luz. Silencio en todo. Estoy quieto, voy ciego...
Febrero y este frío..., la vida se me apaga...
Señor, no hay tiempo... Nada... Sólo queda un latido...
Un último latido, Señor, para este ruego...