lunes, 20 de septiembre de 2010

Soneto neto

No todo es del todo fatiga en la lectura de los heroicos imperiales.

No todo, pero la mayor parte, déjeme decirle; y no se amosque, muchacho: que versos son versos y poesía es otra cosa.

Y de tanto en vez, muy de tanto en vez, un refrigerio.

No es tan raro en este caso.

Porque empieza bien el hombre que tiene por nombre un endecasílabo: Cosme Gómez Tejada de los Reyes, que hasta ganas le dan a uno de aprovecharlo en una rima...
Tu nombre se destaca entre los bueyes,
Cosme Gómez Tejada de los Reyes.

Autor de prosas más que de líricas, hombre de la primera mitad del siglo XVII, enemigo acre de los culteranos, parece ser que fue un conceptista exquisito y erudito.

Aquí se lo ve ingenioso, diría yo, aunque no falto de cierta gravedad sentenciosa y contenida. Y apenas distraído en su artificio de rimas, que es lo que tiene de gracioso este soneto, a mi sabor.
¡Oh vana, oh loca, oh atrevida vida
del hombre ciego que en prestado estado
vive muriendo desterrado, errado,
su gloria luego que es venida, ida!;
el alma noble aunque oprimida mida
con sus obras aquel sagrado grado,
que hará dichoso el desdichado hado,
y a Dios, que su impiedad no impida, pida:
Si al que navega tan estrecho trecho,
mar, cuyo viento desengaña, engaña,
y juzga que su puerto es tierra, yerra:
Pague a la muerte sin despecho pecho,
que nunca al justo su guadaña daña,
pues quien del Cielo le destierra es tierra.