sábado, 18 de septiembre de 2010

Bastardo



Ésta es la Fantasía número 10 de Alonso Mudarra, obra ya muy socorrida que el español compuso antes de 1546, que es cuando la publicó en un famoso libro para vihuela. Se llama en realidad Fantasía que contrahaze el arpa en la manera de Ludovico.

¿Y qué hace aquí?

Un homenaje sencillo a mi señor Don Juan; porque sí, porque siempre lo merece y porque, después de todo, la Fantasía y él nacieron juntos.

Y todo gracias a que, en estos días, van y vienen libros de toda suerte de gentes que por una razón u otra tienen que desprenderse dellos. Y un servidor aprovecha, claro que sí.

Muy variadas son las cosas que consigo y algunas me resultan bien raras.

Así, al atardecer de hoy día, después de la fatiga y mordiendo mis manos el polvo de la ricerca, abrí un tomazo que me traje de una de las últimas partidas de caza: Poesía Heroica del Imperio. Una antología de 1943 (el tomo II, en realidad) que viene con unos prólogos de Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco, unas 70 páginas enormes, que me reservo para leer paladeando cuando me sea propicio el tiempo y la vista, que no es hoy, ni por ahora.

Pero no vaya a creer que mi natural se solaza en esas cosas.

De veras que a veces pienso: ¿quién quiere tanto un imperio si el cosmos le pertenece?

Y por más que Don Juan es un ejemplo elegante de eso mismo, en seguida mudo de línea y enmudezco, porque sé que, pese a su enormidad, el argumento dizque minimalista de fondo que eso supone, le deja escozor en la piel a más de uno. Y no tengo ganas de andar molestando con esas cosas a los buenos parroquianos, aunque piense -como pienso- que el escándalo en esos casos corre por cuenta del que tropieza.

Con algo de culposa displicencia y bastante curiosidad, le entro al tomo heroico. Por momentos la empresa lírica se vuelve épica, veramente. Y no importan las firmas impresionantes de aquellos siglos del siglo de oro que hay al pie de las versadas.

Lo dicho: no es mi natural.

Hasta que.

¿Le habrán dedicado unas rigas a mi buen Don Juan?, me pregunto.

Y busco. Y encuentro al menos uno: este soneto de Lope de Vega que mi ignorancia no conocía y debería conocer.
A Don Juan de Austria
Nací en la Alta Alemania, al mundo espanto,
gloria a Felipe, a Carlos esperanza;
viví en España, humilde entre labranza,
que rayo de tal sol encubrió tanto.
Para bañar al moro en sangre y llanto
tomé en Granada la primera lanza,
y en cuanto la memoria humana alcanza,
la victoria mayor gané en Lepanto.
Rompí a Túnez; vencí, volviendo a Flandes,
mil guerras, mil rebeldes, mil engaños,
y tuve de ser mártir santo celo.
No quise a Irlanda con promesas grandes;
muero en Brujas, viví treinta y tres años,
fui César de la Fe, triunfé en el Cielo.


Y que sea el bastardo más glorioso de la imperial España gloriosa de aquellos siglos gloriosos.

Y que la gloria de aquellos siglos sea para un bastardo...

¡Ah, señor Don Juan!

¿Lo sabrían? ¿Lo habrán sabido? ¿Habrán aprendido algo de eso?