miércoles, 11 de junio de 2008

Lianas (VIII)

¿Cómo se puede reclamar la nacionalización del petróleo cuando la lucha que se despliega es contra una medida progresiva de índole impositiva? ¿Cómo se puede llamar a la lucha contra la pobreza con aliados que expresan las capas más tradicionales de las clases dominantes? Algo ha sucedido en los vínculos entre las palabras y los hechos: un disloque. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. Ningún actor político puede declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Las situaciones críticas obligan a preguntarse qué palabras les corresponden a los nuevos hechos. Entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales. Parece haber triunfado la “operación” sobre la obra, el parloteo sobre el lenguaje.
Son 7 páginas a cuerpo 12 y doble espacio. Obra de intelectuales, claro. Un "colectivo", dicen.

Insufrible: jerga y jerga y más jerga, argot para iniciados. ¡Y qué mal se sienten los progresistas si no hablan en su dialecto! ¡Y ni siquiera son originales en eso! ¡Hay otros que también tienen sus santo y seña para identificarse e identificar a primera vista a sus pares y si no dicen las palabras mágicas no se sienten seguros!

Pero, está bueno. Hay que leerlo (no, m'hijo, no: usted no..., usted deje, usted está para otra cosa...) y darse cuenta qué significa que la revolución empieza por el lenguaje.

Nada nuevo.

¿Leyeron los Diálogos de Platón? ¿Se acuerdan del esfuerzo de Sócrates por alumbrar el sentido de las palabras, arrancando de las palabras para llegar a las cosas pasando por la concepción intelectual de las cosas? ¿Se acuerdan de l'Encyclopedie como prolegómeno (linda palabra, justa...) de la Revolución Francesa y su esfuerzo por redefinir los términos? ¿Y hasta de los esfuerzos de Lunacharski avalados por Vladimir Illich para cambiar incluso el propio alfabeto ruso y su caligrafía, además del diccionario?

Por eso: no es una novedad ni una excentricidad genial de la izquierda o el progresismo o de los 'modernos'.

Las palabras son signos de los conceptos y los conceptos son signos de las cosas: esa es la antiquísima matriz de todo el asunto, que ahora les lleva 7 insoportables páginas a los 1.500 señores del 'colectivo' en esta carta fundacional.

Y al revés vale también: hay que hacer palabras tales que lleven a pensar tales ideas que representen tales cosas. De modo que cuando se digan determinadas palabras sólo se piense en tales cosas y se represente uno tales cosas. Y ésas, y sólo ésas, sean las palabras para ésas cosas.

¿Y de qué se quejan esta vez, lloriqueando como hacen habitualmente? De que una 'nueva derecha' se les está quedando con las 'palabras talismán' y las usa desaprensivamente.

Algo de razón tienen. Y no hace falta ser progre para darse cuenta de eso. Y de eso que llaman convenientemente nueva derecha hay que ocuparse. Aunque parecería que no se dan cuenta de que si hasta esa 'nueva derecha' 'tiene que' usar 'sus palabras' progresistas, el round lo gana el dueño de las palabras...

Pero lo que ahora me interesa es ver qué desnuda queda la visión y la estrategia de estos aprendices de magos en estas indigeribles 7 páginas A4.

¡Queremos las palabras que tanto nos costó 'construir'!, aúllan. ¡Nos están robando las palabras!, ululan.

No sé si el 9.000% de los lectores sabe exactamente lo que significa que
entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales.
¡Carajo! ¡Qué boquita!

Pero lo que quieren decir importa más.

¿Ve, cumpa? ¿Ve que hay que mirar con atención y oír con atención?

Porque el aire es gratis y respirar todo el mundo respira. Y así, las 'palabras' , que son de aire, entran como envaselinadas, sin que se dé cuenta, y le preñan la mente y el 'imaginario', y se hacen aire de nuevo y usted lo expira y lo respira y ni cuenta se da. Y después le queda el aliento ése a esas 'palabras', y digiere esas mismas 'palabras' -previa asimiliación de sus jugos y proteínas ideológicas- y al final cuando excreta, excreta otro tanto.

¿Entendió lo que le dijeron, pipistrilo? Existe una cosa que se llama 'guerra cultural'. Y en la guerra cultural, gilún, hay batallas y
entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales.
¿Se lo repito? ¿O prefiere leer los 17.000 caracteres -con espacios- de la carta del 'colectivo'?

Mejor así.

Una cosa más.

Precisamente, Sócrates decía que la verdad sobre las cosas había que buscarlas en las cosas mismas, más que en las palabras, porque éstas apenas son signos de lo que es.

¿Entonces por qué tanto lío? ¿Se volvieron devotos del Verbo Encarnado los muchachos del 'colectivo'?

No, no es eso. Pero algo parecido: un nuevo Verbo Encarnado.

Michel Foucault decía que fuera del discurso no hay nada, ni siquiera referencias para las palabras que se usan en el discurso. Las palabras hacen la realidad, eso decía. Y eso es lo que están diciendo. Y se lo están diciendo a usted.

Claro, parece que hablaran del campo, de la redistribución de las riquezas, de la solidaridad, del estado, de la sociedad. Pero están hablando en ocasión de todo eso, no de eso.

Y cuando lo del campo pase, como ya le dije, todavía seguirán hablando de lo que hablan y de lo que quieren y de lo que están haciendo en realidad.