martes, 20 de mayo de 2008

¿Gauchola y Cervecina se casan?

Un poco tendrán que laborar los que quieran saber algo más acerca de estas cuestiones que apunté en las dos entradas anteriores.

(Los que no quieran saber nada de estos embrollos, pasen de largo y esperen mejores vientos.)

Esto que sigue ahora es una apenas ventana al asunto, nada más. Sólo estoy en condiciones de dar una indicación más o menos general. Con todo, creo que, con un poco de denuedo, hay materiales de sobra para pasar una temporada aciaga leyendo cosas que son tan interesantes como insufribles.

Veamos.

Por una parte, está el mundo.

Para salir a dar una vuelta y ver qué hay por allí, por ejemplo, se puede comenzar por la página principal del Global Reporting Initiative. Habrá que prestar atención a quiénes son, cuál es la red de contactos, cuáles son sus Current Priorities, lo que dicen sobre los Community Impacts. Los indicadores de sustentabilidad o sostenibilidad son una de las claves centrales de todo el edificio, qué se tiene que tener en cuenta para hacer pasar toda cosa por el colador del reporte y ver si es o no sostenible.

Ya que uno se está informando, importará también fijarse en la alianza de este bastante difundido GRI (ya llegó a la Argentina...) con el UN Global Compact, porque las Naciones Unidas son socios estratégicos de esta iniciativa global. Como corresponde y según se ve, el asunto tiene su Decálogo, todos puntos que son parte destacada del nuevo paradigma. Hay que saber también en este caso quiénes son los miembros del directorio, porque se repiten algunos nombres que mezclan empresa, organismos internacionales, organizaciones sociales globales. También conviene saber cuáles son las prioridades actuales de la fundación que sostiene la movida, porque allí aparece un resumen de algunos de los pilares de la acción, lo que permite entender mejor la dirección que se busca.

Por otra parte, están América y la Argentina. De este lado del mundo hay bastante entusiasmo más o menos subterráneo -cada vez menos... subterráneo- por estas cuestiones, aunque, como dije, ya se ha logrado una jerga que es como el aire: sin él, casi no se puede respirar política, sociológicamente hablando. Pero no solamente hay una jerga. Hay avances. Todo a lo largo del subcontinente -como se dice con petulancia- se ha encendido una fe, ha estallado una especie de movimiento espiritual que busca ser sinfónico, aprovechando por ejemplo los variados socialismos -para nada homogéneos en la teoría y en las prácticas- que se han sentado en casi todos los sillones de los países sureños. Sin embargo, cada vez menos depende todo del poder político tal y como se lo venía entendiendo y ejerciendo.

Se dice que la ocasión regional -que acompaña la ocasión global- es el oscurecimiento neoliberal. Yo no lo creo más que como argumento de conveniencia o como circunstancia inmediata.

Lo cierto es que eso además obliga a pensar y ejecutar propuestas diferentes y diferenciadas. Cómo vivir sin el fantasma del neoliberalismo. Sin embargo, como hay ocasión de ver con sólo leer los diarios, unas son las voces del discurso y otras las acciones que efectivamente se llevan a la práctica. Es verdad que en los discursos las palabras pregonan una nueva dirección, todo un nuevo estatuto. Y en los hechos, algunos lo hacen. O tratan. O dicen que tratan. O hacen que lo hacen.

Para ver todo el asunto con algo más de detalle, hay que tomarse el trabajo de buscar a tontas y a locas algunas palabrejas claves que ya mencioné y otras que no.

Con el buscador al que se sea más afecto el sufrido buscante, hay que ir por detrás de “desarrollo sustentable”, “desarrollo sostenible”, y tal vez particularmente desarrollo endógeno.

Si se vaga y se navega, todo a la vez, se pueden obviar –todos estamos muy ocupados- las referencias específicas a cuestiones ambientales, o temas como agronomía, química o geografía, por ejemplo. No tanto, sin embargo, porque en los terribles trabajos que aparecen al respecto siempre hay algo que ayuda a completar el cuadro teórico, incluso aplicado a disciplinas y actividades habitualmente sin demasiado roce sociológico. Pasa, es verdad también, que casi no hay disciplina hoy día que no tenga algo de barro sociológico en sus zapatos....

Pero no hay que desanimarse, se encuentra fácil lo que se busca porque desde hace bastante tiempo, por lo pronto en nuestro país, hay mucho escrito sobre el asunto, como bastante en países como Venezuela, donde ya es pomposa política de estado, en teoría al menos. También en Europa y en Estados Unidos desde hace mucho, por supuesto ya con algunos gurúes, aunque allí parece tener una más fuerte impronta económica, de lo que es apenas un ejemplo un texto de un clásico, como éste:
El desarrollo endógeno es una interpretación para la acción, cuando la sociedad civil es capaz de dar una respuesta a los retos que produce el aumento de la competencia en los mercados, mediante la política de desarrollo local. El desarrollo de formas alternativas de gobernación económica, a través de las organizaciones intermediarias y de la creación de las asociaciones y redes públicas y privadas, permite a las ciudades y regiones incidir sobre los procesos que determinan la acumulación de capital y, de esta forma, optimizar sus ventajas competitivas y favorecer el desarrollo económico.

Mientras tanto en América y la Argentina, territorios menos ahitos y más revoltosos, se entrevera más estrechamente con sociopolítica y hasta con el papel del académico y del universitario en estas materias, como líder de una nueva sociedad del conocimiento y la información, en desventaja respecto del norteño mundo potente.

Un texto más o menos típico de esto último en las pampas podría ser éste:

El espacio vacante que está surgiendo actualmente por la crisis del modelo neoliberal puede ser aprovechado para crear alternativas teóricas e instrumentales que permitan una nueva praxis acorde a la "intencionalidad colectiva" de favorecer procesos de cambio social en territorios concretos. La universidad participa inevitablemente en la formación de conciencia y esta no es solo producto de acciones académicas, la práctica social de sus actores también tiene un sentido pedagógico.

(El texto es sic...)

Los cruces y tensiones entre desarrollo global, globalidad, sustentabilidad y desarrollo endógeno, conforman una de las líneas dialécticas principales. Una, nada más, no la única. Hay mucha teoría y jerga en estos planteos. El tramado de fondo, de todos modos, es el que también se ve con facilidad: palabras como solidaridad, participación, ciudadanía participativa, por ejemplo, suponen una nueva teoría social, que no está esbozada sino expresada llanamente en la mayoría de los trabajos axiales. Hay bastante bibliografía por todas partes, así que nadie dirá que se quedó sin comer...

Entonces.

Cuando se ha llegado a este punto (supuesto que se ha llegado, claro), uno bien podría preguntarse cómo se casa el cacareado desarrollo endógeno con asuntos como la Iniciativa Global Reporting y su asociación con UNGC. Nada más justo que a un quidam honesto se le haya despertado semejante inquietud.

Creo que, por lo menos, hay que verlo como niveles, grados, ámbitos. No necesariamente como oposiciones contradictorias. Así visto, y diciéndolo rápidamente, en los hechos lo de América y la Argentina resulta una aplicación, precisamente endógena, que busca adecuar algunas de las nuevas líneas generales del concepto actual de desarrollo a la realidad regional y local, en beneficio propio y con aditamentos ideológicos peculiares (algunos de los cuales están en el origen teórico), todo ello nutrido con elementos de análisis regionales y locales. Aparte el hecho de la desconfianza y tirria ambivalente que el sur le tiene al norte, América a Europa, el mundo subdesarrollado al desarrollado y oposiciones usuales de ese tipo. Está claro: no es lo mismo un cantón suizo que una comarca patagónica. Venezuela, respecto de Venecia, sólo tiene rastros -algo despectivos- apenas en el nombre.

Una cuestión de recursos materiales, de cuotas y calidad de poder y de hábitos y posibilidades de trabajo, hacen que las cosas sean distintas en el norte que en el sur, de un lado u otro del Atlántico. Pero hay detrás de todo esto asuntos de fondo más serios, me parece, que no salen a la luz ni con unas copas de más...

Sin embargo, y aun cuando pudiera y tal vez debería discutirse si están diciendo exactamente lo mismo, creo que no hay duda de que todas las corrientes hablan un lenguaje común, fundado en supuestos comunes, apuntando en una dirección similar, determinando los mismos puntos críticos. Y tal vez en eso se nota que hay más que dos.

Pero al menos si se toman estas dos líneas, y no porque sean las únicas sino porque son dos ejemplos reales y consistentes de lo que estaba diciendo en las dos entradas anteriores y que ya he mencionado varias veces aquí, se puede concluir con cierta seguridad en que ambas líneas tienen y profesan un sentido y un talante fundacional.

Ambas, parece, se enfrentan a la pregunta acerca del mundo que viene y que ya empezó.

Las respuestas, las propuestas, mirando todo con más atención, son todavía algo desmañadas, no importa cuánta plata se haya gastado en estudios, reuniones, viajes, reportes, organización. Todo está in fieri. Deviene todavía, no ha fraguado del todo, no termina de consolidarse, aunque empeñan esfuerzos enormes por hacerlo. O parece que es así. Y tal vez, solamente parezca.

Con todo y todavía, el cuadro que parecería tener uno ante los ojos es como el de un choque fenomenal de placas tectónicas.

¿Qué es lo que está chocando? ¿Qué representa cada placa en aparentemente furiosa confrontación? ¿Es exactamente eso lo que está pasando: dos modelos en pugna feroz -dos y solamente dos-, dos visiones de futuro, de pasado y de presente, viendo a quién le tocará gobernar el mundo? ¿Dos?

Creo que para ver cómo se las arregla uno para contestar esas preguntas, desdichadamente tendría que pasar a otra entrada, que no es ésta. Sí: otra más.



Y alguno que otro se preguntará ya molesto asaz y harto y fastidioso, qué se me dio por estas cosas, ahora.

Qué falta hace, habiendo tanto asunto.


Claro.