jueves, 17 de abril de 2008

Es hat sich die Taube geirrt (II)

Por suerte, con el corazón ya lejos de ladridos y maullidos, y ahora de la mano de Enrique, me fui a ver qué era esto de Crispín y Crispiniano.

Como pasa a veces, nomás a propósito del nombre algunas cosas raras llaman la atención y habrá que verlas, acaso al final.

Lo de la profesión de zapateros en su refugio de Soissons, parece -hasta donde veo- que resulta tal y como se cuenta en las actas y creo que también aquí haría bien mirarlo un poco más de cerca, cosa que no es para este momento. Al menos, su oficio les valió para ser considerados entre otras cosas patronos de zapateros, curtidores y afines. También varios puntos de un lado y el otro del Canal de la Mancha se disputan su patronazgo. Incluso pasado el tiempo hasta puede encontrarse en algunos diccionarios la palabra crispin en el slang del inglés como nombre común del oficio mismo de zapatero. También en francés se usa la palabra crépine, asociada a cueros.

Parece entonces que, para cuando Enrique Shakespeare los nombra en ocasión del discurso de la batalla de Agincourt, la fama de los hermanos mártires estaba acreditada y sus patronazgos estaban vigentes, de modo que mencionarlos no era excéntrico ni abstruso, ni para el 1415 de la batalla ni para el 1599 de la obra. Todavía formaba parte de la costumbre y de lo cotidiano saber ese tipo de cosas. Y, presumiblemente, más de uno allí -inglés o francés- habría estado en alguna fiesta del 25 de octubre a ellos dedicada.

Y así habrá sido durante algunos siglos, aunque en algún momento los senderos se bifurcan y allí habrá sido donde la paloma se equivocó, por decirlo benévolamente.

Y parece que die Taube se equivocó en Alemania.

ver


Veamos.

A mediados del siglo XIX, una escuela de crítica literaria e histórica romántica trataba de rescatar el pasado alemán y desmontar así algunos siglos de protestantismo en la cultura alemana popular, tarea bastante afín al romanticismo, por otra parte.

Esta tarea encaró con mucho entusiasmo por ejemplo Clemens Brentano, aquel que pasó tantos años junto a Ana Catalina Emmerich. Lo hizo, después de su conversión, para buscar y resaltar las raíces católicas alemanas, especialmente en su literatura popular.

En un trabajo(*) a su respecto y en relación con otros autores que ejercían la misma tarea de investigación histórica, cultural y literaria (también dedicados a la literatura popular), encontré precisamente una referencia a Crispín y su hermano, aunque el trabajo en cuestión no trata de estos mártires. En una nota al pie, trae el trabajo un texto del propio Brentano en el que explica el modo cómo llegó a crearse un tópico divergente de la leyenda original y de sentido exactamente contrario.

El caso que menciona Brentano es el de un refrán popular acuñado en la edad media alemana, seguramente después de que, allá por el 786, Carlomagno regalara reliquias de los dos hermanos mártires a la catedral de Osnabrück, una ciudad mediana de la Baja Sajonia. El refrán-cancioncilla decía en principio que Crispín hacía zapatos para los pobres y se los regalaba. La segunda parte de este refrán o pequeño relato condensado, es la que plantea el problema cultural. Porque el refrán original contaba que cuando no había cuero, Crispín lo ponía de su propio bolsillo, porque era costumbre, para quien pudiera, llevar el cuero y que el artesano pusiera la factura. Una cuestión de sonidos parecidos -en alemán, claro- hizo que 'poner' se volviera 'robar', tal como puntualiza Brentano. De este modo -y no sé si alguien sabe cuándo pero para principios del XIX, seguro- el refrán popular que homenajeaba a los hermanos en la persona de Crispín, llegó a decir que éste hacía zapatos para los pobres y que cuando no había cuero para hacerlos, lo robaba.

Pero no se queda allí la cosa.

En la famosa Die Meistersinger von Nürnberg, de 1867, Richard Wagner cuenta una historia alrededor de un personaje real: Hans Sachs (1494-1576), que además de poeta era zapatero (¿o debería decirlo al revés?), y también el más famoso, aclamado y querido de los miembros de la guilda de Meistersinger de Norimberga.

Wagner crea una trama situada en el siglo XVI en la que, para una fiesta veraniega de San Juan, se organiza en Nuremberg un concurso de canciones que tiene como premio a la hija del orfebre de la ciudad Veit Pogner, Eva, según el desafío que proclama su propio padre. Ella tiene como pretendientes rivales a dos aspirantes a maestros cantores -condición para el matrimonio ganado a fuerza de destreza en la canción cortesana-: un joven y apuesto caballero (ya enamorado de la muchacha en premio) y a un funcionario municipal (presumiblemente avaro, gordo y poco agraciado, claro...); ambos son aspirantes a entrar en la guilda de los maestros cantores y a ganarse el matrimonio de Eva. Finalmente, el joven Walter von Stolzing -con la ayuda de Sachs, aquí una especie de Cyrano a este respecto- logra la pieza poéstica maestra, logra a Eva y, de yapa, la oferta para entrar a la guilda de los cantores.

Ya en el desenlace, en la escena quinta del tercer acto, aparece un zapatero cantando una especie de oración a san Crispín que dice:
Sankt Krispin,
lobet ihn!
War gar ein heilig Mann,
zeigt', was ein Schuster kann.
Die Armen hatten gute Zeit,
macht' ihnen warme Schuh';
und wenn ihm keiner 's Leder leiht,
so stahl er sich's dazu.
Der Schuster hat ein weit Gewissen,
macht Schuhe selbst mit Hindernissen;
und ist vom Gerber das Fell erst weg,
dann streck'! streck'! streck'!
Leder taugt nur am rechten Fleck.
En este elogio al santo zapatero caritativo que se apiadaba de los pobres, hay que fijarse en esos versos que rezan:
und wenn ihm keiner 's Leder leiht, so stahl er sich's dazu
y en la palabreja en cuestión, la forma verbal 'stahl', que acusa al bienintencionado de Crispín llanamente de ladrón.

Es allí donde debemos hacer intervenir Brentano, aclarando el error que bien podría ser inocente, o no:
"Crispinus machte den Armen Schuh’ und stahl das Leder auch dazu", der auf einer Mißdeutung des mittelalterlichen Ausdrucks 'stalt' für 'stellte' ("und stellte das Leder auch dazu") beruht.

Así, el medieval stalt devino su casi homófono stahl, y poner de su propio bolsillo vino a ser robar.

Lo que son las cosas.

Y así son, porque por error o demolición intencionada, de tanto repetir una palabra torcida, se vuelve no derecha pero sí establecida. Apenas unas letras, parece mentira, y Crispín y su hermano son dos aprovechados truhanejos, y, de santos pasan a robinhoodes capaces de hacer cualquier cosa -cualquier cosa- con tal de regalarle zapatos a los pobres.

El rezo de vísperas en Osnabrück -no puedo decir si ahora mismo- incluía esta antífona dedicada a sus patronos Crispín y Crispiniano:
Hodie duo luminaria pro Sole iustitiae Christo occubuerunt, ut in splendoribus Sanctorum sine fine lucerent.

Y esta oración:
Omnipotens sempiterne Deus, qui sanctorum tuorum Crispini et Crispiniani cordibus flammam tuae dilectionis accendis, da mentibus nostris eandem fidei caritatisque virtutem, ut quorum gaudemus triumphis, proficiamus exemplis. Per Christum Dominum nostrum.


Pero, ¿qué hicieron, al final, estos dos hermanos para recibir este tratamiento de luminarias que resplandecerán sin fin?

Eso merecería un breve párrafo aparte, a mi gusto al menos.

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(*) El texto al que me refiero es un artículo de Philipp W. Hildmann: "Clemens Brentano hat dieß schöne Lied gedichtet". Joseph von Eichendorffs verborgenes Debüt in den "Historisch-politischen Blättern". En la nota 25 de ese trabajo se apunta lo siguiente:
Hier zit. n. Bernhard Gajek: Homo poeta [wie Anm. 13], S. 358. Crispin und Crispinian, Brüder aus vornehmer römischer Familie und nachmalige Patrone der Schuster, Gerber, Sattler, Handschuhmacher und Weber, waren der Überlieferung zufolge Schuhmacher im Rom des dritten Jahrhunderts. Die legendäre Passio berichtet, die Brüder seien auf der Flucht vor der Diokletianischen Verfolgung nach Soissons gelangt, wo sie als Schuster arbeiteten, Caritas übten, indem sie den Armen unentgeltlich Schuhe anfertigten, und dadurch viele für den christlichen Glauben gewinnen konnten. Im Jahr 287 seien sie deshalb dem Präfekten Rictiovarus zur Folter überantwortet worden. Der ließ ihnen Pfriemen unter die Fingernägel stecken und die Haut in Striemen schneiden. Da es anschließend nicht gelingen wollte, sie mit einem Mühlstein zu ertränken, seien sie schließlich enthauptet worden. Clemens Brentano spielt in dem zitierten Brief auf den Spruch an: "Crispinus machte den Armen Schuh’ und stahl das Leder auch dazu", der auf einerMißdeutung des mittelalterlichen Ausdrucks 'stalt' für 'stellte' ("und stellte das Leder auch dazu") beruht. Otto Wimmer, Hartmann Melzer: Crispinus und Crispinianus. In: dies.: Lexikon der Namen und Heiligen, 4., neubearb. und wes. erw. A., Innsbruck 1982, S. 201f., hier S. 202; vgl. Hiltgart L. Keller: Krispinus und Krispinianus.In: dies.: Reclams Lexikon der Heiligen und der biblischen Gestalten. Legende und Darstellung in der bildenden Kunst, 6., urchgesehene A., Stuttgart 1987, S. 367f.; Maria-Barbara von Stritzky: Crispinus und Crispinianus. In: LThK3 2, Freiburg i. Br. 1994, Sp. 1348.