miércoles, 26 de marzo de 2008

La pampa tiene el ombú

Qué se yo.

Seguro que no.

Y más que seguro, mire lo que le digo.

Porque estoy casi escandalosamente seguro de que usted, amable e ilustrado amigo, no tiene la más mínima idea de qué es esto:



Y no se le vaya a ocurrir que yo sí sé qué cuernos es. Para nada...

Y no tanto desdén, cumpa, no tanta sorna: sepa usted, por si le importa, que me costó un nada agradable tiempete de navegación por sitios procelosos y procaces, hasta que, finalmente, rastreando y escarbando siempre librado a mi intuición ignara, llegué hasta la madre del borrego.

Sí.

Aquí está: es la insidiosa nueva fórmula para calcular las famosas retenciones a la exportación de granos, que tanto se menean hoy por hoy y que a tantos menea a favor y en contra.

Sepa, compagno, que la supracitada está completita y bonitamente explicada en la aún menos socorrida Resolución 125 del 10 de marzo de 2008, emitida por el Ministerio de Economía y Producción, comunicada por la circular que emitió la Dirección de Nacional de Mercados. Si la quiere un poco explicadita, también hay. Y si la quiere actualizada, también. ¡Qué tal!

Así que, seamos serios: primero lo primero (aunque, usted me va a disculpar, tengo la fundadísima impresión de que saber más o menos de esta formuleja no sirve para mucho...)

Aúpa, chaval: lea la resolución, lea todo lo que pueda más bien, medite, vea, salga a ver, recuerde, no sé, haga cuentas (si le da para eso...); usted verá...

Después, si cuadra, podemos hacer algunas consideraciones sobre el asunto.

Una sola cosilla más (porque vamos a tener que hablar de tantas cosas, fíjese...): le pediría que me hiciera la caridad de saberse sus lecciones, caro mio, todas las lecciones -no solamente las formulitas-, y no me venga con fraslafras, porque para cuando volvamos a encontrarnos tengo unas cuantas preguntas acerca de este 'conflicto', por ejemplo sobre algunos nombres de personas, de partidos, de empresas, de agrupaciones; sobre el mercado de Chicago y sobre los tambos de Gral. Rodríguez; preguntas sobre números y palabras; tengo preguntas que creo que, malditamente, requieren cierta 'data' (tilingisima vox), bastante información, hechos, pero también criterios y hermenéuticas, tendencias, corrientes de pensamiento; historia de la cristiandad, del capitalismo, de la revolución, el Martín Fierro y tantas cosas...

Porque hablar de economía -haciendo que uno habla de economía- habla cualquiera, hasta un ministro. Como hablar de economía y política poniendo cara de que uno habla de política y economía, también habla cualquiera, desde Miguens hasta D'Elía.

Ahora.

Saber de qué se trata en realidad, es otra cosa. Y decir de qué se trata, mucho más otra cosa todavía.

Vivos, mercenarios e idiotas hay como para hacer una muralla china. Yo mismo, mire: me da dos renglones de ventaja y le hago un discursete para cualquiera de las dos partes, le garanto. Ni falta que hace: saber lo que dicen los diarios (no importa cuál), lo sé yo también. Mirar tele, miro. Café en los bares, tomo. Conversar con 'los que saben', ay, también conversa uno, mal de los pecados...

Así que.

Ahora que lo pienso, mejor pongámonos de acuerdo. Así no perdemos mucho tiempo, estimadísimo, ni usted, ni yo.

Hablar vamos a hablar -porque por ahora 'hay que' hablar del tema, ¿vio?-, pero hay muchos niveles en esta conversación. Niveles y asuntos. Y convendría saber al menos de qué estamos hablando y en qué sentido.

No importa cuándo y de qué manera termina este capítulo agitado y agonal.

Pero no estaría nada mal que se pudiera, no importa cómo termine ni cuándo, saber de qué se trata y acertar a decir de qué se trata.

En fin.

Ya veremos.

O no.