lunes, 17 de diciembre de 2007

Signos de la Venida

Para la fecha de su fiesta, este año, volví a mirar la figura de san Juan, el bautista, siempre impresionante.

Lo recuerdo ahora porque el evangelio del 3er. domingo de Adviento, lo trae nuevamente. Y, pensando en lo que se dice allí, me pareció que podría haber más de un punto de contacto entre dos textos que, en apariencia, se diría que se refieren a cosas similares de modo contrapuesto.

Por una parte, éste del domingo en el que se refiere a la pregunta que, a través de sus discípulos, le formula, a Jesús, san Juan el bautista desde la prisión: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? Una pregunta en la que resuena el eco del capítulo 18 del Deuteronomio.

La pregunta sin duda parece tener dos partes unidas por la disyunción, cuestión que también valdría la pena mirar.

Jesús, en cualquier caso, le contesta a los enviados de Juan con textos del profeta Isaías (un resumen de los capítulos 26, 29, 35, 61), de claro sentido mesiánico (Mt. 11, 4-6):
Jesús les respondió:
Id y contad a Juan lo que oís y veis:
los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los
pobres la Buena Nueva;
¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!
Esos mismos textos de Isaías son los que leerá Jesús en Galilea, en la sinagoga de su ciudad de Nazará, cita san Lucas, la conocida Nazareth. Y al finalizar, comentará: Esta escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.

Todo el asunto podría ponerse bajo el título genérico de 'signos de la Venida'.

Sin embargo, hay 'otra' Venida.

A ella se refiere extensamente Jesús mismo en el capítulo 24 del evangelio de san Mateo (y otros lugares concordantes en san Marcos y san Lucas). Y el texto podría muy bien llevar el mismo título genérico que ya mencionamos para lo primero.

Ahora bien.

Es notorio que los signos de una y otra Venida son distintos.

Juan, el Bautista, manda preguntar por la Venida y se le contesta con signos. Al ver estos signos cumplirse, Juan y sus discípulos -que tal vez son los destinatarios de todo el intercambio- podrán contestarse la pregunta que se formularon, tal vez Juan programáticamente, tal vez los discípulos de Juan de modo real. El caso es que estos signos son benéficos y amables, llenos de luz y esperanza, auspiciosos y felices.

Entretanto, y según Jesús, están los 'otros' signos de la 'otra' Venida, que tiene similar sabor mesiánico respecto de la primera (similar, decimos, no podría decirse en principio que idéntico); estos signos, sin embargo, son contrarios a los que Jesús refirió a Juan, el Bautista, pues estos segundos anuncian catástrofes y cataclismos, apostasías, traiciones, cobardías, muertes, destrucción. Con el agregado paradojal de que, al verlos, el que espera habrá de alegrarse, pues ellos son los signos de una Venida pronta y que en razón de que precisamente es una Venida feliz, deben mover a alegría.

¿Qué significa esto? ¿Dos Venidas, cada una con sus signos? ¿O se dice Venida y debe entenderse lo mismo?¿Por qué en ese caso diferentes signos anunciarían cosas similares, si no es que anuncian en realidad la misma cosa?

¿Por qué esta relación tan disímil entre signos de la Venida y la propia Venida? Y aun cuando se tratará de dos Venidas anunciadas, bien que se trataría de la llegada de Uno mismo que viene, pero viniendo de dos maneras distintas, en momentos distintos, ¿qué significa que a una Venida se le atribuyan unos signos y a la otra, otros?

Por otra parte, cada Venida tiene un sentido y los signos que acompañan a cada una no se compadecen, linealmente, con sus sentidos.

La primera Venida, redentora, la Encarnación misma, es anunciada con signos benéficos y alentadores. Esta Venida terminará, se consumará, visto en términos quizá demasiado humanos, en una catástrofe, pese a que en rigor sea una eucatástrofe, en su sentido profundo y más real. Terminará con una muerte humillante, que en realidad es muerte redentora pues el final real de esta primera Venida es la Ascensión posterior a la Resurrección, sucesos gloriosos ambos y, vertebrados en la Redención, motivos mismos de esta Venida.

Mientras que la segunda Venida referida por Jesús, inequívocamente regia (de allí su identificación con una Parusía real), se anuncia con signos terribles y horrendos, para terminar en un halo de gloria inmarcesible. Y ni siquiera terminar, pues esta segunda Venida se anuncia regia desde que acaece, justiciera, espléndida, triunfante en su mismo suceso, en su misma irrupción.

Diferente en principio del modo como acaece la primera Venida.

¿Por qué?

Creo que la pregunta de san Juan Bautista en buena medida está en el vértice de este asunto.