miércoles, 11 de julio de 2007

La Boliviana y Ralph Dahrendorf

Esta historia arranca, por lo menos, hace unos 1.460 años.

El asunto es que esta mañana, temprano, salí a cazar, como se hacía entonces. Cargar GNC (que no hay, es decir, no han cambiado mucho las cosas en ese sentido en este milenio y medio...), algunas provisiones, viandas, un repuesto para el termo -en la cueva, sin eso, no hay mate caliente- y otras cosas.

En la calle, arrebujada hoy con -3º de frío, con su mesa y sus especias, verduras frescas, algunas frutas, está la Boliviana. Los del pueblo saben de quién hablo. Hace siglos que está, primero frente a la estación, ahora a la vuelta. Tiene esa edad indefinida entre los 60 y los 85, que podría darle uno a la chola, simpática, vendedora, entradora.

Tenía los tomates a pesos 2 el kilo. Una bicoca. Redondos, pintones. No los pesa. 'Así es un kilo', dice. Y listo. Estaba barata la cebolla de verdeo (en invierno, inaccesible para el bolsillo común) y me regaló el perejil (todo un detalle: ¡está a casi pesos 10 el kilo...!)

Le pago y no tenía nada de cambio. 'Sos el primero, hoy...', me dice y se ríe, casi al alba de nuestro día, que se le habrá hecho prometedor si empezaba a vender tan temprano. '¿Sabe que en México -le digo recordando los gestos de las cholas huicholes y tabasco de aquellos lares-, la gente que vende en la calle como usted, cuando hace lo que llaman 'primera venta' del día se persignan tres veces mientras guardan la plata...?'

'¿Y cómo sabés eso vos...?', me mirá y se ríe con la cara redonda y curtida, marcando las 's', dulce el habla.

'Lo vi allá..., de veras: tres veces. Así, mire... -le cuento sin mucho detalle y me persigno tres veces para mostrarle. Me pareció que me preguntaba como si le hablara de la gente de Venus.

Y entonces prueba ella. Y dándose vuelta, casi de espaldas, riéndose: 'Es bueno. Lo voy a hacer... 'Primera venta'... Está bien... Lo voy a hacer...', me dice mientras se persigna y guarda la plata.

Me fui contento. Me extrañó que no supiera. O que no tuviera algo similar.

Cuando llegué a casa, me acordé de que hoy era la fiesta de san Benito. Vi que aunque murió el 21 de marzo (ca. 547), desde hace siglos se festeja hoy. Repasé la historia. Me acordé de la abadía benedictina en la que fui confirmado y de otras cosas de aquellos años y de los que siguieron, alrededor de san Benito y su obra y el espíritu de su obra. Dicen que sus últimas palabras fueron: "Hay que tener un deseo inmenso de irse al cielo", y tiene razón.

El caso es que un poco después vi también que le habían dado el Príncipe de Asturias (de ciencias sociales) a un inglés de origen alemán (como los Windsor, digamos), que se llama Ralf Dahrendorf. Dicen que hizo aportes a no sé qué -disculpen mi ignorancia sociológica- y que es uno de los padres de la Comunidad Europea.

Claro, como san Benito, digo: padre de Europa. Patrono de Europa, que dijo en 1964 Pablo VI.

Bueno.

Pero, no.

Al fin, se me hace que la Boliviana que descubrió feliz la cruz de la 'primera venta', está más cerca de Europa y de la cruz de san Benito, que lo que Ralph Dahrendorf está de Europa.

Y que lo que Europa está de Europa.

Si por benedictino y europeo hubiera que premiar, yo le daría un premio a la Boliviana.