Puede que haya quienes sepan o recuerden que del antiguo himno a San Juan Bautista se tomaron notaciones musicales:
UT queant laxis REsonare fibrisTexto que Bernárdez vuelca así:
MIra gestorum FAmuli tuorum,
SOLve polluti LAbii reatum,
Sancte Ioannes.
Con el objeto de que nuestras vocesPues, esto mismo digo ahora que voy a hablar sobre él, otra vez.
puedan cantar tus grandes maravillas,
desata nuestros labios mancillados,
Oh, San Juan el Bautista.
Y a ver si puedo seguir su música.
Oía esta mañana al sacerdote predicar acerca de Juan el Precursor, en su fiesta. Y recordó al pasar lo que Jesús dijo de él:
En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que él.Me fui a ver, entonces, el contorno de semejante cosa, que es mucho decir.
Está en el capítulo 11 del Evangelio de san Mateo.
Con pocas variaciones, el episodio está en el capítulo 7 de san Lucas.
Hay en estos textos varios asuntos.
Y las dificultades empiezan con la pregunta de san Juan Bautista, en la que coinciden ambos evangelistas:
¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?Conviene leer los textos que trae la Catena Aurea al respecto, especialmente los de san Hilario, creo, aunque tal vez sea por gusto personal. Pero hay que leer esos comentarios, tanto para todo el pasaje en san Mateo, como para el pasaje en san Lucas.
¿Es posible que Juan no supiera quién era Jesús? Ya lo había bautizado y proclamado y señalado como el Cordero de Dios, y más. También están esas cosas de los celos de los seguidores de Juan, los de los discípulos de Jesús, lo que Jesús dice respecto de quién es mayor frente al Reino.
Ahora bien.
Llaman la atención varias notas de la versión de la Biblia de Jerusalén.
Al versículo 3 del capítulo 11 de san Mateo, acerca de la pregunta de san Juan, dice:
Sin dudar absolutamente de Jesús, Juan Bautista se extraña viéndole plasmar un tipo de Mesías tan distinto del que él esperaba.Y remite a las palabras del propio Bautista en el evangelio de san Mateo 3, 10-12, supongo que tratando de avalar la nota áspera y terrible que pinta la figura del Bautista:
Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.Mientras tanto, al versículo 5 del capítulo 11 de san Mateo, anota la versión, supongo que para contraponer ahora el aceite al fuego:
Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevar sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.
Con esta alusión a los oráculos de Isaías, Jesús muestra a Juan que sus obras inauguran ciertamente la era mesiánica, pero con maneras de bondad y salvación, no de violencia y castigo.Y remite esta vez al capítulo 4 de san Lucas (7-11).
Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.
Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy."
Menuda cosa este asunto de que san Juan esperaba un reino distinto. Y un Reino distinto.
Y era el mayor entre los nacidos de mujer. Más que un profeta, dice Jesús.
Aunque dice también de él que el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
Qué decir, qué pensar.
No sé. Pero, para confortar la perplejidad, mientras maduran las luces, tal vez mejor sea el bálsamo de estos versículos del Salmo 139 que se lee hoy:
Yahveh, tú me escrutas y conoces;
sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas desde lejos;
esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas.
(...)
Porque tú mis riñones has formado, me has tejido en el vientre de mi madre;
yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigios son tus obras.
Mi alma conocías cabalmente,
y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra.