jueves, 19 de abril de 2007

Macedonio, el optimista


El discurso crítico propone la noción de umbral para leer el sentido fundante del legado macedoniano y desplegar la infinita riqueza de su escritura; la estructuración de la lectura en catálogos permitirá diversos abordajes al museo de la semiosfera macedoniana.

Esto es parte de una reseña bastante típica. Se refiere a un tomazo sobre la obra de Macedonio Fernández, que me gustaría leer, aunque imagino que -con este aperitivo a la vista- me tendré que tragar la jerigonzUBA de la semiótica. Pero si del otro lado de esa barrera insípida de pura iniciación a la nada, como es ese lenguaje estúpido de los profesionales de la literatura y la filología y la lingüística, si del otro lado, digo, hubiera siquiera algo, tal vez la pena valdría.

El caso es que llegué allí viniendo de otra parte en la que mentaban unos versos precisamente de Macedonio.
Creía Yo

No a todo alcanza Amor, pues que no puede
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.
Al terminar la cita de los versos, el "autor" concluye que todo esto es demasiado optimista.

Creo que hay que darle la razón. Por supuesto que un ejercicio casi obligado es tratar de ver cuál es la parte optimista del asunto, y visto 'desde dónde' lo sería.

Puede que Macedonio haya enmascarado de metafísica barroco-quevediana, en clave de conceptismo recreado, cierto esoterismo romántico, y hasta romanticón. Por esas huellas, en parte, anduvieron tanto Borges como Marechal, cada quien a su aire, claro. Aunque mamando ambos de idéntica teta, por lo que aquí se vislumbra.

Pero la cuestión ahora es el optimismo demasiado.

¿Qué optimismo?

¿Que Amor no alcanza a lo que Muerte toca? ¿Que Muerte no puede con Amor? ¿Que Muerte rige Vida? ¿Que Amor, Muerte?

Habrá que ver, si hay para ver. Y con qué.