jueves, 8 de marzo de 2007

Aporte

Desde santo Tomás de Aquino hasta Albert Camus, pasando por Fiodor Dostoievsky, y cada quien a su modo y desde un punto de vista distinto, han dicho poco más o menos lo mismo: que la existencia del mal y el sufrimiento del inocente son obstáculos, escándalos (si lo prefieren en griego), tropiezos. Graves. A veces, para algunos, insalvables. No insalvables en sí, pero insalvables por enormes y dolorosos.

Muchas veces, ambas cosas -mal y sufrimiento- están presentes de un modo más patente en el mismo hecho.

Este niño florentino que murió ayer, por ejemplo.

Deciden -la madre, aparentemente decide- eliminarlo porque en las ecografías no aparece completo, no se le ve una parte del estómago, algún conducto.
La donna aveva deciso di intraprendere l'interruzione volontaria di gravidanza dopo che alcuni esami avevano segnalato una malformazione, un'atresia all'esofago, rivelatasi poi inesistente.
Aborto terapéutico, dicen. Malformación, inexistente dicen después.

Y lo eliminan. O intentan, al menos.

Una vez que se produce el aborto, el médico advierte que el feto, de 500 gramos y unos 20 centímetros de altura, vive pese a todo. Sigue el protocolo -y la ley que lo autoriza a reanimar y dar cuidado al nascituro si muestra signos vitales- y llama al neonatólogo de urgencia porque está vivo, lo tratan, lo entuban, lo aislan y lo mantienen con vida.

Y lo revisan.

Y no tiene nada. Está perfectamente sano.

No sobrevivió.

El hecho es impresionante, claro. Y hay una cuota de mal y de sufrimiento del inocente allí que es conmovedora y escandalizante. Y como ocurre con tantas otras cosas malas, el escándalo nos viene del sinsentido, de la cuota de vacío que todo mal conlleva y que nos ahoga, no por plenitud, sino por todo lo contrario. Por la nada.

Hay un lugar para explicaciones y para la razón razonando. Pero, en principio, no es disparatado que la nada que llena el mal nos ahogue y nos paralice y nos aturda.

Sin embargo.

No puedo dejar de pensar también que -así como el bien que se hace fluye por canales reales y misteriosos y alcanza cosas y personas distantes y desconocidas-, no poco de mi aporte personal al mal fue a parar al sufrimiento del niño florentino. De un modo tan misterioso como real.