jueves, 21 de diciembre de 2006

Volveré a ser pastor, pues marinero


Estábamos hablando de poesía, vez pasada, con camaradas, compañones y algún amigo.

Era de noche, corría el vino y corrían los versos. Decíamos qué lengua era la más lírica de cuantas hay. Y decía que -malgrado de mi italianidad-, primero estaba aquella que dijeran 'lengua de ángeles': el castellano. Después, la itálica. Y, a seguir, portugués, francés y así.

Recordé -y recité como pude y mal con mi memoria espantable- algunas cosas, para probar mi punto. El acuerdo, creo, fue unánime. Sobre ambas cosas: el punto y mi memoria.

Pero cayó al ruedo Góngora. Y con gran suceso.

Apareció para mostrar no recuerdo qué cosa acerca del barroco. O, más de veras, porque ese sonetillo algo pedante siempre me gustó, de mis años de estudio y, después, de clases.

Algunos habrán de saber que Don Luis compuso allá por 1600 un soneto en cuatro lenguas, poco fatigado por las antologías, lamentablemente. Es el primero de los dos que hay en la página facsímil. Y de veras que hoy por hoy hay que leerlo con apuntador, para que se entienda mejor lo que ya hace hace mucho se entiende poco y nada.

Las tablas del bajel despedazadas
(signum naufragii pium et crudele),
del tempio sacro, con le rotte vele,
ficaraon nas paredes penduradas.
Del tiempo las injurias perdonadas,
et Orionis vi nimbosae stellae
raccoglio le smarrite pecorelle
nas ribeiras do Betis espalhadas.
Volveré a ser pastor, pues marinero
quel Dio non vuol, che col suo strale sprona
do Austro os assopros è do Oceám as agoas;
haciendo al triste son, aunque grosero,
di questa canna, già selvaggia donna,
saudade à as feras, è aos penedos magoas.
Si no hubiera escrito nada más, este 'revoleo de capa' gongorino -hasta humorístico, si se quiere y bien se ve-, es una gloria bastante.

La historia es buena. Muy buena.

Tiene un dejo narrativo, y casi más que lírico, en esa circunstancia de colgar los restos de vaya a saber qué quiere decir aquí un naufragio en la paredes del templo. Y aquel reunir otra vez las ovejas descuidadas 'nas ribeiras do Betis...'; y los vientos que lo hicieron naufragar, movidos por Amor para alejarlo con crueldad del mar y de su amada (casi la misma cosa parecen ser allí...)

Y ese mover a saudade a las fieras y a magoas a los peñascos...

Y esa selvaggia donna-canna triste, tan lejos y tan cerca de la boca de este pastor, marinero que fue por poco y desastrado tiempo.

Me alegró el día.