viernes, 29 de septiembre de 2006

Quedarse, pero afuera

Noli foras ire, in teipsum redi; in interiore homine habitat veritas; et si tuam naturam mutabilem inveneris, transcende et teipsum. Sed memento cum te transcendis, ratiocinantem animam te transcendere. Illuc ergo tende, unde ipsum lumen rationis accenditur. Quo enim pervenit omnis bonus ratiocinator, nisi ad veritatem? cum ad seipsam veritas non utique ratiocinando perveniat, sed quod ratiocinantes appetunt, ipsa sit. Vide ibi convenientiam qua superior esse non possit, et ipse conveni cum ea. Confitere te non esse quod ipsa est: siquidem se ipsa non quaerit; tu autem ad eam quaerendo venisti, non locorum spatio, sed mentis affectu, ut ipse interior homo cum suo inhabitatore, non infima et carnali, sed summa et spiritali voluptate conveniat. (De vera religione, XXXIX, 72)

No quieras dispersarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo, mas no olvides que, al remontarte sobre las cimas de tu ser, te elevas sobre tu alma, dotada de razón. Encamina, pues, tus pasos allí donde la luz de la razón se enciende. Pues ¿a dónde arriba todo buen pensador sino a la verdad? La cual no se descubre a sí misma mediante el discurso, sino es más bien la meta de toda dialéctica racional. Mírala como la armonía superior posible y vive en conformidad con ella. Confiesa que tú no eres la Verdad, pues ella no se busca a sí misma, mientras tú le diste alcance por la investigación, no recorriendo espacios, sino con el afecto espiritual, a fin de que el hombre interior concuerde con su huésped, no con la fruición carnal y baja, sino con altísmo deleite espiritual.
Immanuel Kant, por ejemplo, vivió entre 1724 y 1804 en su propio pueblo de Königsberg, salvo unas salidas a dar clases particulares por los alrededores (Judschen, Osteroden), y nada más. Siempre tuvieron algunos por un detalle encomiable su regularidad, digamos, tanto como el hecho de que no tuviera necesidad de 'salir'.

¿Deberíamos entender que el de Kant es un caso que encarna inmejorablemente el imperativo agustiniano? ¿No salir y vivir en, con y por la razón, quiere decir lo mismo? ¿El hecho de que pudieran usarse palabras similares, significaría que se trata de las mismas cosas?

'No salir' puede resultar exactamente lo opuesto en el caso de Agustín y en el de Kant (de hecho, bien podría considerarse su 'estabilidad' como una secuela indeseable de un uso malversado de la 'razón', cosa que parece haber heredado el mundo después de él...)

Como la 'razón' puede resultar igualmente lo opuesto en un caso que en el otro. Y el valor de la 'razón' en un caso y otro. Y aun la 'interioridad'. E incluso la interioridad de la razón y su relación con la verdad y con la Verdad.

Agregaría (y alargaría...) la mención del caso del propio y racionalísimo Chesterton y su postulación de dar la vuelta al mundo para ver mejor algo que la razón bien podría conocer sin moverse de su casa. Lo que, desarrollado -no, no ahora...-, va en la misma dirección.

Mismas palabras, distintas cosas.

Claro, difícil distinguir (cosa que, si vamos a ver, no podría hacerse sin la razón, claro...)

Ocurre entretanto que las palabras son 'mágicas' en un solo sentido.

Más allá de ese sentido en el que son mágicas, sólo pronunciarlas no supone acertar.


(Por otra parte, el Noli foras ire se ha tenido por un sustento 'psicológico' teórico de la interioridad cristiana, como una reformulación del neoplatonismo del siglo IV, que san Agustín adecua a la vida de la fe, e incluso del saber more christiano. Más o menos, diría yo. Jesucristo ya había dicho lo mismo, más allá de las escuelas.)