sábado, 30 de septiembre de 2006

Muchacha

Dejemos el dictamen para los peritos. Ahora se trata de la mera experiencia del hombre común.

El 'flaco' Spinetta cantaba así Muchacha (ojos de papel) en 1969.

Claro que sí. Así cantaba, y se la cantaba así y así había que cantarla. Y era el modo en que yo la oía entonces. A los 12, a los 13, a los 15 se oía así. Y se cantaba así. Y se la cantaba uno a alguien. Así. Y se enamoraba uno. O enamoraba.

Así cantada, con esa nitidez. Con esa sonoridad de día de la primavera, de guitarreada nocturna, de fogón, de playa a la tardecita, o de guitarra de alguien sentados varios contra una pared, en una vereda, los primeros cigarrillos...

Y estaba bien.

Eso también era los '60, los '70.

Pero.

Ahora (es decir, cualquier ahora, aunque se trate de los últimos 10 ó 15 años...), Spinetta canta de otro modo la misma canción.

Y uno la oye de otro modo, también, claro. Más parecido a como la canta ahora. Sin tanta voz, sin tanta nitidez, ya sin tantas circunstancias de tiempo, de lugar o compañía. Y sabe más desgarrada la historia a fuerza de que la vida desgarra y se le nota a Spinetta en la voz, lo quiera él o no.

Traduce bien. No solamente la diferencia entre aquellos '60 ó '70 y después. Traduce bastante bien lo que pasa con los años.

Sin embargo.

Todo esto, y podrá parecer que con absoluta arbitrariedad -o con una relación secreta que ni yo mismo sé bien-, me hace acordar a aquellos versos que le gusta citar a Lewis: "...that our affections kill us not nor dye..."