miércoles, 9 de agosto de 2006

¿Sexo o zapatos?

Falluto como siempre, el periodismo recorta y pega a gusto. Ya lo sabemos (Reuters lo niega, eso sí...), pero siempre es bueno recordarlo.

Mis próximos $28 libres (9,24 dólares; 7,22 euros) irán a parar a un par de zapatos para Inés y no a subvencionar las 128 páginas del libro de Abadi hijo, psi más o menos de moda en las pampas.

¿Por qué?

El título del articulito multimediático es El sexo sin amor es bienvenido y en el texto del artículito le hacen decir:
"Junto con esta apertura al disfrute, vivimos un aislamiento narcisista", responde Abadi, y agrega: "Detrás de la fiesta, estamos lejos de la fiesta".
Y después,
Sin embargo, la posibilidad de placer existe, y según Abadi, está tan cerca como dentro de nosotros mismos, en nuestra identidad, en nuestra propia "biografía". En ese camino, afirma, será "bienvenido el sexo sin amor", pero también podremos ser parte de otro tipo de encuentro sexual, más profundo, "ese lugar donde por momentos se disuelven las individualidades y se crea una especie de personaje único, mágico, y casi deshacemos la noción de tiempo". Y por esa misma razón afirma que ni el gimnasio ni las cirugías, que nos hacen a todos más bellos, nos garantizan la plenitud sexual, porque "no tenemos en cuenta que el tiempo es nuestra clave para gozar del sexo. Nuestra finitud es secreto de nuestra posibilidad de gozar", explica.
Muy bien, todo muy elaborado y profundo (ahí, reconozco, me dio algo de curiosidad por ver si sostiene la línea...)

Pero, finalmente, viene la opinión editorial de Natalia Zuazo, la redactora del diario:
Claro, habrá quienes lo acepten y quienes no, pero Abadi afirma que está comprobado que los hombres que logran abrirse a una mayor sensibilidad y se permiten también sacar a las mujeres del esteriotipo "madre virgen o puta", luego son capaces de tener familias más sanas e hijos más felices. Un gran premio, ¿no?
Lo primero es que el libro se llama en realidad El sexo del nuevo siglo. Y si la línea (sinuosa) del autor transita por esa fenomenología de celebración de los cambios y advertencia sobre las consecuencias, lo del sexo sin amor bienvenido, deviene más bien un semáforo en amarillo oscuro, tirando a rojo.

Lo segundo es que todo este lío y todos estos experimentos y manoseos posicionales de masculinizar lo femenino y feminizar lo masculino, resulta que van a parar al premio, al gran premio: familias más sanas e hijos más felices.

¿Ven?

Tengo que ir a comprarle los zapatos a Inés...


A propósito de narcisismo: la tapa del libro parece decir que a las editoriales no les molesta exacerbarlo. Y al autor, tampoco.