sábado, 8 de julio de 2006

Maud Gonne

Lleno de claroscuros, y algunos muy terriblemente oscuros, William Butler Yeats (1865-1939) es un poeta. Mezclando su temperamento con la herencia y los aires de aquellos años, Yeats probó casi todos los vinos prohibidos y tóxicos, pienso que tal vez buscando un cauce para una religiosidad natural desdichadamente maltratada desde el comienzo, por él mismo incluso.

Con todo, este irlandés apasionado dejó buenas páginas, en medio de una obra inmensa de extensa y en medio de una vida extraña y por momentos tan frívola como honda.

Extraño tipo de hombre este angloirlandés, arrastrando en su corazón el protestantismo de su abuelo, el ateísmo de su padre, las hadas que le enseñaron a gustar las gentes campesinas de Sligo y su propia sensibilidad.

En fin.

Ahora me interesa otro asunto de su vida. Estuvo mezclado con los patriotas irlandeses de un modo u otro y especialmente como uno de los protagonistas del renacimiento literario irlandés. Por supuesto que le dieron un Premio Nobel de Literatura en 1923.

El caso es que en 1889 conoció a una muy bonita mujer: Maud Gonne.

Tuvo por ella un amor -o como quieran llamar a lo que sintió por ella... siempre- tan apasionado como no correspondido. Tal vez eso mismo, tal vez, hizo que Maud Gonne fuera la mujer detrás de tantos de sus poemas y escritos.

Incansablemente, Yeats la persiguió por toda Europa e incansablemente le propuso matrimonio.

Ella jamás lo aceptó. Parece -según se dice- que esta inglesa de nacimiento que había adoptado con furia la causa irlandesa -y finalmente la religión católica- tenía dos objeciones terribles contra él: no era a criterio de ella lo suficientemente nacionalista irlandés y, en segundo lugar -but not the least-, porque por sus vínculos ocultistas y su religiosidad difusa él se negaba a abrazar el catolicismo.

Cuando ya no había más que hablar, Yeats le propuso matrimonio a una hija de Maud, Yseult. Una locura absoluta.

La vida de Maud Gonne es tan rocambolesca como la de Yeats, aunque en aspectos distintos. Me parece, con todo, que ambos tienen un 'aire del tiempo', una marca temporal, propia de esa bisagra de la historia que fue el final del siglo XIX y la primera parte del XX. Tal vez importe saber que Maud casó con el mayor John MacBride, finalmente fusilado en el Easter Rising, en 1916 y que el hijo de ambos, Séan MacBride, fue, además de otras cosas, Premio Nobel de la Paz en 1974. Vida compleja y contradictoria, me parece también la de esta bonita mujer.

Entre los poemas que Yeats escribió para Maud, está uno que se titula When you are old. De todo se ha dicho de estos versos, incluyendo exégesis que buscan en él rastros ocultistas, budistas o teosóficos.
When You Are Old

When you are old and gray and full of sleep,
And nodding by the fire, take down this book,
And slowly read, and dream of the soft look
Your eyes had once, and of their shadows deep;
How many loved your moments of glad grace,
And loved your beauty with love false or true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face;
And bending down beside the glowing bars,
Murmur, a little sadly, how Love fled
And paced upon the mountains overhead
And hid his face among a crowd of stars.


Lo publicó en The Rose en 1893.

Yeats llegó a escribir un libro a mano para regalárselo a ella, en el que figuraba este poema que imagina a su adorada Maud ya anciana repasando los amores del pasado, entre los que se destaca el suyo, por supuesto, como el verdadero...

Ahora bien.

Es curioso que no pocos y variados intérpretes han tomado versos de Yeats y los han transformado en canciones.

Entre ellos, un italiano que pocos conocen pero que está entre lo mejor que ha tenido Italia en el último cuarto del siglo XX. Otro personaje del que debería hablar alguna vez: Angelo Branduardi.

En 1986, se publicó una traducción de versos de Yeats de Luisa Zappa para la música de Branduardi.

Quando tu sarai...

Quando tu sarai vecchia e grigia,
col capo tentennante
ed accanto al fuoco starai assonnata,
prenderai questo libro.
E lentamente lo leggerai, ricorderai sognando
dello sguardo che i tuoi occhi ebbero allora,
delle loro profonde ombre.
Di quanti amarono la grazia felice
di quei tuoi momenti
e, d'amore falso o a volte sincero,
amarono la tua bellezza.
Ma uno solo di te amò l'anima irrequieta,
uno solo allora amò le pene del volto tuo che muta.
E tu, chinandoti verso le braci, sarai un poco triste,
in un mormorio d'amore dirai,
di come se ne volò via...
passò volando oltre il confine di questi alti monti
e per sempre poi il suo volto nascose
in una folla di stelle.

Y aquí, la canción.


Me quedan todavía unos comentarios.