jueves, 6 de julio de 2006

Ay, corazón amante

Tarde gris, caliginosa, pesada: invierno falso.

Si no fuera por una puesta de sol de las que tal vez sólo las pampas hacen: una hoguera.

Y si no fuera por la música...

Oía a Jordi Savall en viola acompañando a la magnífica soprano Monserrat Figueras de Hesperion XX. Ella cantaba esto:
Ay, corazón amante, ay dulce pena,
cómo alagas al paso que atormentas.

Piedad, divinos cielos,
que alborotado el mar en olas de tormentos,
llegó hasta las estrellas con la proa y el ruego
la mísera barquilla de mi afecto.

El que subió deseo, bajó rayo.

Divinos cielos, redimid a un amante y prisionero.

Y sigue la letra.

Trataba de completar las palabras que no distinguía del todo en la grabación que tengo (lo que todavía no he podido...) y buscando referencias me enteré de que un Grupo Música Oculta había dado en España un concierto el miércoles 24 de noviembre de 2004, a las 19, 30, y que se había transmitido además por la radio nacional española.

Los intérpretes habían llamado a este concierto "Los secretos de la Dama" e incluyeron esta obra del compositor Juan Hidalgo, del siglo XVII.

Vi, sin más, que esta cuestión se enhebraba con la anterior acerca del sexo.

Porque resulta que Juan Hidalgo compuso villancicos, entre otras muchas cosas. Y no pocos de esos villancicos aparecen en los archivos de varias catedrales españolas, que seguramente se los encargaron y para ellas los compuso.

De este modo, la Dama a la que se alude en el título del concierto es la Catedral de Segovia, tenida por la Dama de las Catedrales, y sus secretos son obras como las que se interpretaron en esa ocasión, en sus archivos escondidas y allí descubiertas.

Pues sí, esos versos son los de un villancico y aunque era frecuente en el siglo XVII que los tonos divinos se mezclaran con los tonos humanos (tal como se llamaba a las especies de poesía), los que estaba oyendo eran tonos divinos más bien.

El villancico Ay, corazón amante está dedicado al Santísimo Sacramento.