lunes, 22 de mayo de 2006

Sobre la causa 'cristiana' del Anticristo (VII)

Excursus II

Antes de desgranar algo acerca de la segunda versión del cristianismo que puede advertirse en nuestros días, tal vez convendría aludir muy ligeramente algunos episodios de la vida de Immanuel Kant, que se refieren a estos temas que vengo tratando.

Creo que ahora solamente importaría apuntar el clima de sus últimos años y sus enfrentamientos entre 1788 y 1796 con autoridades civiles y religiosas y particularmente en relación con sus escritos acerca de la religión.

Kant parece haber vivido toda su vida en tensión entre el pietismo luterano y una sucesión de posiciones filosóficas que pasan por el racionalismo, el criticismo (su propia modalidad) y la admiración por la Ilustración.

Me parece que, mal que le pesaría, vivió una síntesis quizá sordamente torturada entre el pesimismo religioso y el optimismo forzado de los moldes racionalista-idealistas e iluministas.

Cuando, cerca del final de su vida activa, Kant retoma con fuerza asuntos que podrían considerarse como de filosofía de la historia o la religión, lo hace impulsado -además de por sus propios intereses, pues los tuvo desde el comienzo- también por cierta cruda cerrazón en el clima prusiano bajo el reinado de Federico Guillermo II, quien llega incluso a prohibirle seguir hablando o escribiendo de esos temas, precisamente en ocasión de la aparición de El fin de todas las cosas (1794) así como de La religión dentro de los límites de la mera razón (1793).

Tal vez interese leer lo que Federico Guillermo II tiene para decir al respecto:
Federico Guillermo, rey de Prusia por la gracia de Dios, etc., a nuestro fiel e ilustre súbdito, salud. Nuestra elevadísima persona ha visto desde algún tiempo con sumo disgusto cómo habéis abusado de vuestra filosofía para relajar y desnaturalizar muchas de las doctrinas fundamentales de la Santa Escritura y del cristianismo, particularmente en vuestro libro sobre la Religión en los limites de la Razón y en otros escritos menores. Nos esperábamos algo mejor de vos, y debéis también comprender hasta qué punto faltáis a vuestros deberes como maestro de la juventud y a mis paternales prescripciones en bien del país. Esperamos de vuestra parte en el menor plazo posible una justificación completa, y os advertimos que si no queréis caer en desgracia con nos, no incurráis de nuevo en las faltas cometidas, aplicando por el contrario todo vuestro celo y autoridad, como es deber vuestro, a que se lleven a cabo con mejor éxito nuestras paternales intenciones. En caso contrario, os atendréis necesariamente a las dolorosas consecuencias que os sobrevinieren. Haceos acreedor a nuestra alta gracia. Berlín 1º de Octubre de 1794. Por orden especial de S. M., Woellner.
El tal Johann Christian Woellner, es en realidad un ex predicador (masón rosacruz, según se dice de él), transformado en el hombre fuerte del reino en estas materias y en todas las demás, como ministro de Estado, cuando el rey echó al anterior.

Kant estaba acostumbrado a la benevolencia y 'tolerancia' de los dos anteriores Federicos (y el Grande, entre ellos, con su extenso reinado) y en especial del anterior ministro, el barón Karl von Zedlitz, a quien por ejemplo le dedicara una edición de la Crítica de la razón pura en 1787 y que en mucho lo había beneficiado y protegido, a pesar de las reticencias características de los extraños parámetros de Kant. La Ilustración, también más allá de las peculiaridades de Federico el Grande, y su modo de entender la cultura, gozaba de buena salud en Prusia.

Sin embargo, y a partir de 1786, con las nuevas autoridades del reino se vio crecer por una parte las sospechas frente a los avances revolucionarios en Francia así como las sospechas sobre los intelectuales como Kant o Fichte por sus arrestos racionalistas y de librepensantes.

Es una lucha entre ilustrados y conservadores (luteranos y pietistas, básicamente), que se tironean el poder tanto político como cultural. No lleva las de ganar Federico Guillermo en las páginas de historia pues comparándolo con el Grande sale perdiendo en astucia y mano firme, así como sale perdiendo frente a un personaje como Kant, que gozaba de una gloria inarrugable ya para entonces y frente al cual Federico Guillermo y Woellner, resultan apenas lo que dos aprendices de brujos ante un circunspecto científico.

Federico Guillermo se preocupa por la persecución religiosa en la Francia revolucionaria, pero porque esa persecución es también y sobre todo una nota del nuevo democratismo que detesta y al que le teme. Kant se molesta porque con la furia del control estatal sobre las mentes y los corazones, se vuelve a la oscuridad de los dogmatismos.

Es una guerra extraña la de finales del XVIII en Prusia. Está prácticamente todo mal. Tal vez habría que interesarse más en los caminos que siguieron estos protagonistas para entender por qué semejantes personajes como Federico Guillermo II y Woellner se preocupan por la religión y por qué personajes como J. G. Fichte escriben en 1793 manifiestos como La reivindicación de la libertad de pensar, texto madurado ante los edictos restrictivos en materia de Religión y Censura de 1788.

De Kant ya sabemos que ya antes de ese mismo año entra en conflictos constantes hasta la muerte del monarca casi diez años después.

Esta breve reseña algo maltrecha y rápida tiene por objeto entender algo mejor en qué piensa Kant cuando habla de religión o fe eclesiástica y de fe racional. Lo cual no quita que sus elucubraciones escatológicas sean considerables aun en el caso de una realidad del cristianismo bastante más abarcadora que la Prusia luterana del siglo XVIII.