Hace unos diez años, Ricardo Arjona cantaba una canción que se llamaba Si el Norte fuera el Sur, más o menos conocida. En realidad, una más de las muchas canciones-manifiesto que los 'latinos' o los 'hispanos' le dedican a los States. Desde la izquierda o la derecha, da más o menos lo mismo. Con todo, y no importa exactamente desde qué banda suene el grito, hay en la mayoría algo así como una compulsiva fascinación. Por violenta que sea la 'denuncia'. Y eso tiene su miga también.
Hace bastante, copié aquí el poema A Roosevelt de Rubén Darío, que cumplió 100 años y muestra cómo, cuando Estados Unidos recién empezaba a ser Estados Unidos, ya los "cachorros del león español" andaban detrás del águila para ver si se la comían, o para ver qué. Asuntos como la primera revolución mexicana a mediados del XIX o la guerra de Cuba, o el invento de Panamá y el canal, eran algunos de los asuntos que pesaban en el ánimo del nicaragüense, como en el de otros. Era mejor el poema de Darío que el de Arjona, claro, y se refería no a los que había adentro, sino afuera. Pero, en cualquier caso, es uno de los íconos de una profusa literatura al respecto, literatura lírica o pseudo, cantada o dicha (¿recuerdan los argentinos la setentista Los americanos, letra de Alberto Cortez, que gustaba entonar el pálido Piero? Todo suma...)
Sin embargo, hay varias preguntas para hacer, empezando por tratar de saber por qué hay más de 40 millones de 'hispanos' en la tierra de Buffalo Bill, hasta llegar a conformar la minoría más numerosa que parece que son hoy.
Pero no es menos preguntarse qué cosa es una cultura, qué es una nación o un país, dónde está la diferencia entre los 'hispanos' y los 'americans', cuál es la específica diferencia o aportación de los 'hispanos' mientras están allí. Y algunas cuántas otras cosas por el estilo.
Detrás de la ironía desconstructiva de Arjona, hay alguna media verdad también, que me parece que ni siquiera lleva la intención de ser verdad, tanto como la intención de ser desconstructiva. Y eso es parte del asunto.
Confieso, eso sí, que no tengo muchas ganas de pensar en estas cosas. Si no fuera porque me parece que hay un asunto detrás que me importa 'en ocasión' de esto. De modo que me voy a tomar mi tiempo. Y no hay mucho apuro, creo.