miércoles, 22 de marzo de 2006

Autumnus, por ejemplo

Las estaciones varían su inicio porque el año civil dura 365 o 366 días mientras el año astronómico o trópico dura 365,2422 días.

Como el año bisiesto dura más que el astronómico, después de un año bisiesto las estaciones empiezan más pronto. Luego con cada año normal las estaciones retrasan su inicio unas 6 horas, de modo que en los tres años normales retrasan su inicio 18 horas, hasta que un nuevo año bisiesto devuelve su inicio casi al momento de empezar el ciclo.

Se calcula el comienzo de las estaciones usando las siguientes fórmulas:

Equinoccio primavera del año Y: JD = 1721139,2855 +365,2421376*Y +0,067919*(Y/1000)2-0,0027879*(Y/1000)3

Solsticio de verano del año Y: JD =1721233,2486 +365,2417284*Y -0,053018*(Y/1000)2+0,009332*(Y/1000)3

Equinoccio otoño del año Y: JD =1721325,6978 +365,2425055*Y -0,126689*(Y/1000)2+0,0019401*(Y/1000)3

Solsticio de invierno del año Y: JD =1721414,392 +365,2428898*Y -0,010965*(Y/1000)2-0,0084885*(Y/1000)3

Luego hay que convertir la fecha juliana al calendario gregoriano. Restando las fechas julianas se obtiene la duración de las estaciones, excepción hecha de la duración del invierno; para obtener esta última se suma la cantidad aproximada de la duración del año trópico 365,2422 al comienzo de la Primavera del año Y obteniendo la del año Y+1 y se resta del comienzo del invierno.

Hay cosas mejores o peores en cualquier enciclopedia.

Y ni pienso ponerme a discutir -y a estudiar para discutir- el formuleo y las medidas astronómicas y...

No.

Ni pienso.

Al fin de cuentas, profeso una doctrina tipológica que me impide tratar con demasiada seriedad los argumentos ascendentes y autosuficientes y prefiero los descendentes, que, por otra parte, se me hace que son la verdad.

Por ejemplo.

Dirán lo que dijeren, pero las estaciones son, a la vez que ritmos y algo con causa física y móvil, un símbolo. Hasta la crítica inclinación del eje terrestre lo es.

Busquen en el real dicionario la palabra otoño. Verán que ni el primero, ni el segundo, ni el tercero, sino el cuarto significado dice: "Período de la vida humana en que esta declina de la plenitud hacia la vejez."

Y me parece que está mal. Aunque esté bien.

El otoño no es primero una secuela de los equinoccios y solsticios.

Los equinoccios y solsticios significan. Y, creo, es porque significan que son.

Lo primero es lo primero. No hay ningún desprecio por la relación típica y canónica de razón y fe (porque además no se trata enteramente de una cuestión estricta de fe), si digo -jugando un poco con los verbos significar y ser, porque también lo que significan es parte de lo que son- que primero es lo que significan ontológicamente y después lo que son.

Como si dijera que el otoño existe en la medida en que es preciso significar lo que el otoño significa. Los poetas saben más en este sentido que lo que saben los geógrafos, geólogos y astrónomos.

El ocre no es un color. Es el nombre de cierta declinación, de cierto descenso. Las hojas secas no son una dormición vital, son figuras de la caducidad y de alguna contingencia y hasta de alguna indigencia.

Saber más de todo ello es acercarse más a lo que significa. La ciencia está al servicio del sentido de la realidad, debe someterse a lo que las cosas son.

Y lo último -esto es, lo primero- que las cosas son es algún 'nombre' divino, alguna muestra de la infinita variedad de significados ('variedad' quiere decir ver los nombres de Dios, lo que Dios sabe y quiere de las cosas, lo que sabe de Si mismo, desde nuestra orilla humana), que son un solo ser en Él y muchas manifestaciones de su riqueza para nosotros.

Esa variedad de lo real es lo que estudiamos con fórmulas y estudiamos para formular. Y no está mal.

Pero no es suficiente. Porque nadie sabrá lo que es el otoño y por qué es cuando lo formule en una fórmula o cuando resuelva la fórmula.

Entenderá mejor la primavera, por ejemplo, el que la asocie a la Resurrección, y de ella tome el significado de la primavera (después de todo, por algo resucitó en primavera...)

Cuestión de analogías, al fin de cuentas, y de saber cuáles son los analogados mayores y los menores.