jueves, 23 de junio de 2005

Persecuta

"El cristiano es un hombre incómodo en este mundo", comenzó diciendo en su predicación el sacerdote, el domingo pasado. Parecía que apuntaba en la dirección correcta, a mi entender.

Siguió en esa misma línea unas frases más, hasta que llegó a la cuestión de la consiguiente persecución, secuela -en apariencia- de esa misma incomodidad que puede generar el cristiano en este mundo.

Es verdad que no dio claras razones de peso para esa incomodidad, como es verdad que no definió claramente ni 'mundo' ni 'este mundo'. Y menos aún definió con claridad qué significaba exactamente 'persecución'.

Pero, al volver sobre la cuestión de la persecución, ejemplificó: "en los últimos 10 años, casi doscientos millones de cristianos sufrieron persecución en el mundo...", y así una o dos estadísticas más, algún recuento que otro.

Ahora bien, en buena consecuencia con su primera frase, yo diría que la totalidad de los cristianos sufrieron persecución en este mundo y no sólo 200 millones.

Creo entender la buena voluntad del predicador y, si me aplico un poco, creo entender lo que quiso decir.

Pero también entiendo que hay algo que está bastante chueco en todo ese razonamiento (no hay que descartar que también en el mío), porque parecería que el mundo es mundo cuando persigue a esos 200 millones y que el resto o no está en contacto con el mundo, o con el mundo perseguidor o, sencillamente, no es perseguido porque no sufre torturas, coerción o muerte.

¿Los que no son esos doscientos millones no resultan incómodos? ¿Los que no son esos doscientos millones se llevan bien con este mundo?

Habrá una persecución stricto sensu. Concedido. Pero no creo que sea necesario descartar o minimizar o ignorar cualquier otra persecución.

Me sigue pareciendo que uno de los problemas más viejos del cristianismo es por lo pronto la noción de 'mundo' y, consecuentemente, su acción en él, su acción frente a él.