lunes, 30 de mayo de 2005

Corpus sanum in corpore sano

Si acaso llegan a percibir, por ejemplo, algún sarcasmo en estas páginas, entre otras cosas eso significa que no tienen daño cerebral que se los impida. Y que sus lóbulos prefrontales andan de lo más majos... y las cortezas prefrontales ventromediales, ni les cuento. Porque, como todo el mundo sabe, el cerebro sano entiende los sarcasmos, las ironías, las metáforas, el lenguaje indirecto.

Con mi golpeado cerebro, maltratado en todos sus lóbulos, todavía alcanzo a darme cuenta de estos sutiles mecanicismos que hablan del vehículo y de la operación física y no de la causa última, de qué cosa es lo que en realidad entiende en el hombre. No me parece que todavía la ciencia sepa lo suficiente como para hablar de inteligencia o de alma espiritual. Si tan siquiera dijeran que el hombre entiende o no entiende cuando algo de su naturaleza corpórea funciona o no funciona, está sano o está dañado, y lo dijeran derechamente...

Pero, habrá que tener confianza en el progreso. Ya llegará el día en que los adelantos neurocientíficos lleguen a lo que, por decir algo, cualquier chamán ticonderoga les podría decir si al menos se tomaran la molestia de preguntarle.

(¡Ah! ¡Les parece que esta entrada está repleta de sarcasmos? Pues, en primer lugar, la culpa no es mía sino de mi mano izquierda, que es la que sesga todos los argumentos. Por otra parte, agradezcan tener semejantes lóbulos...)