sábado, 9 de abril de 2005

Si uno anda curioseando por donde no debe, al final le pasan esas cosas.

Si yo estaba de los más contento arreglando artefactos eléctricos, tomando mate, u ordenando libros y oyendo a Tomás Lipán, el jujeño, ¿qué me tengo que meter a ver los diarios?

¿A quién le importa la publinota de tapa que le hace Ñ al joven Savater?

¿Para qué le sirve a uno el repaso de las previsibles ingeniosidades de catálogo del entrevistado y la erudición ad hoc de la entrevistadora, que hizo la tarea para el hogar antes de llamarlo a Madrid, para que él pudiera hacer la promoción de sus libros?

¿A quién le importa su teología de Centro Borges? ¿Se parece a Eco a propósito o los hacen en serie, uno por país? ¿Hay algún gordo de anteojos y barba que sea mezcla de vaca sagrada y pensador para librepensadores, también en la Argentina?

Al final, la culpa es mía. Por ejemplo, por andar viendo qué dicen los que hablan.

Me salvo una puneña, morenita de una voz tan dulce, que, a ritmo de carnavalito -bandoneón, guitarra y charango- pronunciaba, con una picardía que Ñ jamás conocerá, estas coplitas sobre una cholita linda, medio dura para el altar...

Yo t'ey dicho nos casimos,
vos diciendo que tal vez;
sería bueno que probimos
m'a ver eso qué tal es.

Te propongo sirviñaco,
si tus tatas dan lugar
pa' l'alzada del tabaco
vámonos a trabajar.

Te compraré ollita nueva,
en la feria 'e Sumalao,
es cuestión de hacer la prueba
de vivirnos amañaos.

Y si tus tatas se enteran,
ya tendrán consolación,
que todas las cosas quieren
con el tiempo la ocasión.

Y si Dios nos da un changuito
a mí no me ha de faltar
voluntad pa' andar juntitos
ni valor pa' trabajar.

Te propongo como seña
pa' saber si me querís
cuando vas a juntar leña
sílbame como perdiz.

¿Saben qué cosa es un pecado capital? Pecado capital es perder el tiempo con Ñ...



El bailecito se llama Sirviñaco y es de Jaime Dávalos y Eduardo Falú

Según leo por allí, parece que los pueblos aymaras inventaron una cosa llamada el sirviñaco: cuando dos personas dicen amarse y no tienen otras obligaciones sentimentales, y deciden casarse, primero se proponen hacer un periodo de sirviñaco. Una especie de prueba; oigo que dice un complaciente indigenista: "ellos, primero novios, luego los mayores de las familias, llegan a una especie de contrato en el cual se estipula que ambos jóvenes -o no tan jóvenes- deciden compartir casa y cama y alimento durante un periodo determinado, 6 meses, un año, periodo en que ambos podrán darse cuenta si son el uno para el otro, o que la cosa no funciona y no va a funcionar, finalizado el plazo de sirviñaco, se reúnen con las familias y dicen sí, sí, si no, no, si no están de acuerdo se termina el noviazgo y cada uno pa' su casita, o se casarán definitivamente en fecha futura..."

Y ahora que lo pienso, no sé por qué se me hace que estos pícaros de Charles y Camilla, o estuvieron leyendo avances de los pecados capitales según Savater, o que, directamente, se quisieron hacer los sirviñacos, miré usté lo que le digo...