viernes, 22 de abril de 2005

Historias, cosas que pasan.

Estaba -ahora que estos versos que viene abajo me lo recuerdan- aquella cuestión de James Joyce de escribir poemas de amor -de cualquier amor- sin sentirlo, para que sean tenidos por poemas de amor, por quien los compuso y quien los lea..

(Por otra parte, si vamos a ver, no es otra cosa que lo que en parte Platón ya le hiciera plantear y responder a Sócrates en el Fedro.

Así de viejo como eso es este problema 'sofístico' de escribir cualquier cosa que se pueda escribir con arte, impúdicamente, sin las cosas presentes, sin buscar la verdad, la belleza y el bien. Sin buscarlos en absoluto, ni por error, tal vez. Y todavía sería necesario además que se los despreciara, se los mirara con burla o con indiferencia, mejor.

Lo que resulta después en la obra -malgrado del pobre autor que no siempre gobierna, y tantas veces es solamente gobernado-, es otro asunto.

Ahora bien, se puede escribir sobre algo -y aun saber sobre eso- sin haber pasado por allí, porque no es la experiencia la única forma de acceder a la verdad. Habría tan pocas obras si hubiera que esperar, para producirlas, la coincidencia de experiencia vivida y medios expresivos...

Recuerdo, por otra parte, que un refugiado chileno en la Argentina, por los '70, terminaba nuestras conversa-discusiones siempre con la misma frase: "mirá, tú comprendes mi dolor, pero yo sólo lo siento", y volvía a servirse vino, entre lágrimas.

Creo igual que en algo exagera Platón, con todo. Pero, en fin, para otra vez...)

Sin embargo, volviendo a mi asunto de ahora (y seguramente lo estoy diciendo en defensa propia), cuando hay empatía, cuando se entiende lo que nos han dicho y contado y nos conmueve, tal vez no sea el caso de haber hablado impiadosamente del amor -diría Sócrates-, si uno habla del amor que sienten otros y a otros duele.

Aun cuando no todo sea fiel espejo de la realidad y uno se tome ciertas libertades, digamos, licencias literarias, verosímiles. Y eso en lo que uno considera que ayuda al arte a decir lo que el arte puede decir, y a veces uno no puede....

ver

El Fin

No hay fin: tú eres el fin. Todas las cosas.

Si el vino viejo sabe interminable.
Si no arde el fuego en el que nace el día.
Si no hay silencio, canto o voz ninguna.
Si no hay rastros de ti con la mañana:

No hay fin: tú eres el fin. Todas las cosas.

Si no hay playa de mar, ni cumbre o fruto.
Si los nombres resuenan como un hueco.
Si en la noche las horas ya no cuentan.
Si no hay sombra al final de los caminos:

No hay fin: tú eres el fin. Todas las cosas.

Pues si tú eres el fin, todas las cosas,
y si al fin es por ti que es toda cosa,
y tú no estás, no eres, si no llegas:
Entonces, no habrá fin para la noche,
no llegarán a arder todos los fuegos,
ni el día morirá, ya no habrá mares,
ni playas que besar, no habrá caminos,
ni puertos. No habrá voces, ni silencio,
ni vinos que beber, ya no habrá nombres.
Horas no habrá, ni sombras. No habrá frutos.

Ya nada más será, ni yo tampoco.
Porque sin fin no existo, tú no existes.

Y si ya nada llega, si no llegas,
si nunca llegarás, y eres el fin:
Nunca más andaré, no daré fruto,
ya no tendré calor, diré silencios.
mi cumbre será un llano, mi flor rama.
Ni vinos beberé. Y será el fin.

Un fin sin ti sin fin. Ninguna cosa.
Un fin sin ti sin fin. Todo distancia.
Un fin sin ti sin fin. Hasta que existas.

Porque si eres el fin y nunca llegas
cada cosa querrá ser sin lograrlo
substituida por otra que sí exista.

Cada cosa tendrá otra en su puesto.
Reemplazará la noche a cada noche,
un amor al amor, el vino al vino,
la luz de la mañana a la mañana.
Y otra voz en tu voz dirá estos versos.
Y otro silencio habrá y habrá otra risa.
Y así otra cosa habrá por cada cosa.

Porque si eres el fin y nunca llegas,
nada será sin ti, sin ti no hay nada.

Y aun otro en mí seré y en ti habrá otra.


Esto es lo que yo llamaría, a mi modo de ver, un poema. Versos más, versos menos, mejores o insuficientes.

Creo que, además, tiene el grado conjetural, hipotético, y en algún sentido grave, tenso, inquietante, que un poema (de este tipo) suele o podría tener, tratando de decir, creo, lo que tiene que decir, dado el caso.

Hasta donde veo, cualquiera que estuviera -o se pusiera- en ese papel, en ese lugar, podría decir lo mismo. Al menos sentiría lo mismo o algo muy parecido, aunque no pudiera decirlo.

En lo que hace a la cuestión de fondo, es una cierta pesadilla metafísica, aunque se refiere más bien a la percepción que al ser. Lo que no deja de parecerme también impresionante: el modo en que los contornos de las cosas reales se disuelven, diluídas por la pena.

Claro que, si acaso se refiriera efectivamente al ser, si acaso eso pudiera decirse propiamente de lo que es, sería una verdadera pesadilla.

Posiblemente, si uno llegara a ese estado de ánimo, si viera y viviera las cosas así, si eso sintiera; y si nada pudiera hacerse para remediarlo y uno quisiera remediarlo, y conviniera o no le quedara más remedio que remediarlo, no haría mal en escribir un poema, para empezar.

Porque no le queda mucho más que hacer, hasta que escampe.

Y si no puede, o no quiere, no tomará a mal que otro lo haga en su lugar.