domingo, 6 de febrero de 2005

Cosas tienen aquí que son bien simpáticas.

Como la 'tamaliza'. Pero empecemos la historia por el principio.

Los Pesebres ('Nacimientos' o 'Belenes') duran hasta el dos de febrero, Fiesta de la Candelaria, o Nuestra Señora de la Candelaria, tiempo en que se presentó al Niño en el templo, una ceremonia que incluía una procesión que supo ser acompañada de candelas, y de allí el nombre.

Para Epifanía aparecen las famosas roscas de Reyes, en cuyo interior se mezcla con la masa un pequeño Niño de materiales diversos.

Cuando llega el 2 de febrero, se celebra la Presentación de los niños en las iglesias, acompañados de sus respectivos padrinos de bautismo. No necesariamente se trata de niños recién nacidos, he visto de varias edades.

También se 'presentan' figuras del Niño muy cuidadosamente ataviadas, incluso cambiando los trajes de año en año, y también con sus respectivas 'madrinas' que son las que se ocupan de ellos. En esa ocasión hay una bendición especial 'con' esos Niños.

Ahora bien, a quien le tocó el Niño en su porción de rosca le tocó también la obligación de pagar los tamales el 2 de febrero, cuando se deshacen los Belenes, y de allí la 'tamaliza'.

Hay una explicación por cierto para esta tradición, pero, cuando pregunté por qué tamales, me contestaron, como hacen muchas veces: "pues, porque tamales..."