viernes, 31 de diciembre de 2004


















No luce flor el roble, solo es alto.
Sin nave que la ocupe y la gobierne,
la soledad del roble -grave, erguida-
es nostalgia de mar, arboladura
sin vela, solo viento. (Sobre el tronco
yo suspiré una vez, grabé mi abrazo,
se estremeció la cálida corteza
mientras el aire se pobló de truenos.)
No tiene aroma el roble, solo es fuerte.
Lo miras desde abajo y reverbera
el cielo entre las ramas. (Cuando late
la majestad del roble, me detengo
pues creo que conoce mis preguntas.
Y se oye su silencio memorioso.)