jueves, 21 de octubre de 2004

Es muy difícil andar buscando definiciones y precisiones cuando se habla de cultura. Hablo de la cultura humana. Porque otra no conozco.

Por el momento, y hasta el momento, creo que la cultura es la obra humana, aquello que el hombre hace, aquello que lleva la huella de lo humano, en tanto que humano.

Pero como no se obra humanamente sin una concepción previa, toda cultura es antes que nada una concepción y esto es lo primero que el hombre hace: concebir. Las obras subsiguientes dependen de esa concepción.

Así las cosas, diría que cultura es la respuesta que el hombre da a tres preguntas. O a una sola en tres partes, porque, al fin de cuentas, en la concepción del hombre cada una de estas tres cosas están unidas entre sí, no importa cuál sea la respuesta que se tenga para cada una de las tres.

Y esas tres cosas por las que el hombre pregunta y cuya respuesta es la concepción que da forma a una cultura son: Dios, el hombre y las cosas.

Sobre las tres cosas pregunta y se pregunta el hombre. Y lo primero que pregunta es si existen y qué es cada una.

De las respuestas que se dé -y que dé- dependerá su obrar.

Creo que la cultura comienza con esa primera huella de lo humano.

Ver. Mirar. Admirar. Querer saber. Todo al modo humano. Allí comienza la cultura. Y el obrar y el hacer que sigue a lo concebido, es lo que sigue.

Todo aquello sobre lo que el hombre tiene alguna concepción, creo que puede resumirse a estos tres ámbitos: Dios, el hombre, las cosas.

Las relaciones sobre estas tres cosas podrán establecerse antes o después de dar la respuesta sobre cada una en particular. En cualquier caso, es parte del asunto que las respuestas a esto que ha percibido de sí y de lo otro -y de lo Otro-, le digan si tales cosas percibidas están en conexión o no.

Podrá afirmar o negar la existencia de cada cosa. Podrá definir de un modo u otro. Podrá afirmar o negar la relación entre estos tres ámbitos.

Y tal como sea la respuesta, así será la cultura que depende de tales concepciones. La respuesta y lo concebido podrá parecerse más o menos a lo obrado según esa concepción, pero, de todas maneras, una cosa depende de la otra. Aunque más no fuera para señalar la incoherencia entre una concepción y la obra que en apariencia debería fundarse en ella.

Por otra parte, tanto da de dónde provengan las respuestas que el hombre halle o se formule. No estoy discutiendo ese punto. Simplemente digo que, vengan de donde vinieren, para poder considerarse cultura, y fundamento de una cultura, esas respuestas tienen que adquirir el estado de concepción humana.